Sobre cómo una buena actriz salva una cinta meramente correcta

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Vi “The Wife” (“La esposa”, 2017, RU), dirigida por el sueco Björn Runge [1961-], que cuenta con una muy buena carrera filmográfica. El guion es mérito de Jane Anderson, quien a su vez se basa en la novela homónima de Meg Wolitzer. De la música estuvo a cargo Jocelyn Pook y de la fotografía Ulf Brantas. El reparto está integrado por Glenn Close (aplausos), Jonathan Pryce y Christian Slater, entre otros. La cinta se centra en Joan Castleman (Close), la esposa de Joe Castleman (Pryce), este último recién elegido para recibir el Premio Nobel de Literatura; pero Joan no puede más con su matrimonio, de un lado, y la duda sobre la autoría de la obra de Joe promete un escándalo que Joan debe manejar, del otro. La película es, claramente, un drama que, si no fuera por la gran actuación de Close, terminaría solo como una obra más, eso sí, limpia y cuidadosa, aunque algo adormilada. Dicho con otras palabras, Close toma este filme a todas luces correcto, y lo vuelve una cinta dramática impresionante. Por lo anterior se explica con facilidad que casi todos los premios y los reconocimientos fueron para Close más que para Runge y su equipo. Ahora, no es que Pryce lo haya hecho mal, pero el guion no estaba hecho para que su personaje compitiera con el de Close. Algo que podría mencionarse críticamente en relación con la forma como se narra el drama, tiene que ver con el uso excesivo de flashback (algo que está muy de moda ahora) y a ciertos desenlaces que volvieron predecible la trama sobre los derechos de autor, que si se hubieran manejado de otra manera habrían aumentado el suspenso.

En cuanto al contenido, quisiera referirme especialmente a dos cosas. La primera que atañe al título de la película y la segunda sobre los derechos de autor. En primer lugar, ¿qué ha sido ser una “buena esposa”? Joan, claramente, luchó por ser esa buena esposa en su contexto, al punto de hacer lo que fuese, incluso anularse, para casarse con su profesor y, luego, para que el matrimonio funcionase, pero cometió pecados (no necesariamente en un sentido religioso), por acción u omisión, que, podría pensarse, expía justo cuando su marido está en la cúspide de su carrera profesional. Tal vez, ese modelo de buena esposa, atravesada por el machismo de la época, le significaba a Joan hacerse con una imagen masculina que le hizo falta, pero no una imagen probable, sino una imagen construida desde la ausencia, desde el deseo insatisfecho. Por eso, está dispuesta a ser la buena esposa que, en su momento y lugar, significaba su autoanulación y convertirse en servidora de su enfermo y exitoso marido. Sin embargo, ya en otra época, Joan se rebela ante sí y ante su esposo, cansada de un amor (si es que era tal cosa, pues fácilmente sería un miedo travestido de dependencia emocional) que se volvió costumbre e, incluso, negocio. Esta rebeldía le implicará a Joan, ya madura, destruir esa relación conformista que había construido, pero por los acontecimientos que aquí no menciono para no dar un espóiler innecesario, termina nuevamente por ser esa buena esposa al protegerlo, finalmente, del escándalo, lo que sería, para muchos, algo propio de ser buena pareja, incluso en estos tiempos. En otras palabras, la obra permite cuestionar los moldes contextuales de lo que significó y significa ser una buena esposa, de forma tal que se propone una reflexión sobre el choque generacional al que se ven expuestas las mujeres mayores que les tocó un modelo pero que ahora viven otro que parte del rechazo ante la opresión a la que se habían acostumbrado, por creerla natural y honrosa.

El segundo aspecto tiene que ver con los derechos de autor, pero aquí debe detenerse el lector que no ha visto el filme, pues tendré que hacer un espóiler necesariamente. Sigo con los que ya se la vieron. La cinta, claramente, sugiere que la autoría de las novelas por las que se hizo famoso Joe es de Joan, lo que aumenta la dramaticidad del componente machista de lo significaba ser buena esposa. Joan se anuló como artista para que su esposo pudiera mostrarse, socialmente, como el escritor exitoso. Sin embargo, en la discusión entre ambos, queda en claro que las ideas generales provenían de él, y la narración que le daba músculo a esas ideas, eran de ella. De alguna manera trabajaban juntos, aunque la dedicación de ella era mucho mayor, pues le correspondía materializar la estructura narrativa en una novela concreta; mientras tanto, él se ocupaba, bien o mal, del hogar. Ahora, ambas cosas deben estar en perfecto equilibrio para poder afirmar que una novela es magnífica, a un punto de que su autor pueda ser considerado como merecedor del Premio Nobel. Una buena idea, pero sin diálogos y desarrollos adecuados, no sirve para nada; lo mismo en sentido contrario. Súmese a eso, que, ante la imposibilidad de escindir en una novela lo uno de lo otro, estamos ante una coautoría y no una autoría. Joan (al igual que Joe) no es la autora de las novelas, sino su coautora. El Premio Nobel debió haber sido para ambos. La cosa no podía salvarse con darle las gracias a Joan públicamente, como quería en un inicio Joe, pues el trabajo de Joan no estaba cerca del que hubiera hecho una secretaria eficaz. Sin ella, las obras no habían sido magníficas. Pero Joe también tiene su parte en las obras por las que se le elogiaba. En fin, el tema de derechos de autor es mucho más complejo de lo que esta película quiso mostrar.

En fin, el filme es técnicamente correcto (con una iluminación y planos acertados), pero descuella por la actriz protagónica. La historia es predecible, aunque el drama está a flor de piel. La recomiendo entonces y, perdón nuevamente, por el espóiler. 2021-01-28.


 

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