Vi “Vision - Aus dem Leben der Hildegard von Bingen” (“Visión: La historia de Hildergard von Bingen”, Alemania, 2009) dirigida y escrita por la controversial y muy política Margarethe von Trotta (quien se especializa en biopic de grandes mujeres en la historia alemana). Está protagonizada por Barbara Sukowa (actriz favorita de von Trotta), Heino Ferch, Hannah Herzsprung, entre otros. La película narra la vida de Hildegard von Bingen (Barbara Sukowa), una monja alemana, quien adujo recibir visiones de Dios y tenía clara vocación académica pero que, por el machismo de la época, debió centrarse en las ciencias naturales (en especial la botánica) puesto que el saber filosófico y teológico, que era considerado el saber fuerte en dicha época, le era reservado a los hombres. Ahora bien, el filme lejos está de ser un biopic histórico, pues es una obra profundamente anacrónica, en especial en lo que se refiere a la imagen que se quiere dar de la monja alemana, así como los diálogos que allí se entablan. Pero no creo que esto sea en sí un craso error de la directora, en tanto que, conociendo su filmografía, no le interesa tanto ser respetuosa con el pasado sino ver cómo el pasado, visto desde sus lentes políticos (feminismo e izquierda), tiene algo que decirle al presente. En este sentido, parece que estamos más ante un buen ejemplo de la escuela cinematográfica del realismo socialista que ante un representante del biopic o cine biográfico. Todo esto explica, a mi modo de ver, (i) el fuerte carácter de la protagonista (excesivo, a mi modo de ver), todo en pos de reivindicar el valor de la mujer ante una sociedad de hombres, y (ii) la poca importancia que allí se da de las reales preocupaciones teológicas de la época y en las que participa la santa. En definitiva es un filme más político que histórico. Pasando a otros aspectos, la película es correcta en todos los sentidos estéticos, destacándose un buen manejo de cámaras y la cuidada fotografía, lo que da cuenta del profesionalismo de la directora; sin embargo, ese guion, por el carácter que desea imprimirle a la fuerza a la historia y filosofía medieval, no deja de sonar como una imposición artificiosa que aleja al espectador pues le obstaculiza su cabal comprensión de la magnificencia de santa Hildergard, la verdadera, quien mediante sus visiones (que lejos están de ser un manifiesto feminista) y sus estudios de la naturaleza (en especial la botánica) logró descollar convirtiéndose en una autoridad, con todo lo que esto significaba en aquel entonces) y servir así de aliciente a los futuros trabajos revolucionarios posteriores, y digo revolucionarios porque dichos trabajos permitieron superar el modelo escolástico-aristotélico medieval del que, paradójicamente, se desprende la obra de Hildergard. En fin, para quien desee ver el Medioevo en acción (filosófica e históricamente), no sugiero este filme, pero para quien esté interesado en cine político, con fuertes tintes de cine-feminista, esa cinta le encantará. 17-10-2016.
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