Sobre el dolor (blanco-negro) y el perdón (color) en la posguerra

www.filmaffinity.com
Vi “Frantz” (Francia, 2016), dirigida por el experimentado François Ozon [1967- ] y escrita por el propio director junto con Philippe Piazzo y basados en la cinta “The Broken Lullaby” (1932, Dir. Ernst Lubitsch). De Ozon tengo muy presente una buena obra suya: “Jeune et jolie” (2013). El reparto está integrado por Paula Beer (aplausos), Pierre Niney, Johann von Bülow y Marie Gruber, entre otros. La película se ubica en los años inmediatamente posteriores a la Gran Guerra (Primera Guerra Mundial). Un exsoldado francés, sobreviviente de las trincheras, viaja a Alemania para visitar la tumba del soldado alemán que mató durante una batalla, descubriendo que son más las cosas que los unían que las que los desunían, que solo fueron jóvenes enviados al matadero para la satisfacción de ciertos intereses de los mayores (al respecto, la escena del padre del soldado alemán, reclamando que ellos, los padres, fueron los verdaderos responsables de las muertes de sus hijos, es estupenda). En este contexto es que se valora no solo la vida, sino las esperanzas de reconstruir una vida arruinada por una guerra sangrienta. La obra, claramente, es antibélica, y no ha pasado desapercibida por la crítica y por los diferentes festivales. Por mencionar unos pocos casos, en el 2016, en los Premios César, obtuvo 11 nominaciones y un premio a mejor fotografía. En este mismo año, en el Festival de Venecia, logró el premio a mejor nueva actriz para Paula Beer. En el 2017, en los Premios del Cine Europeo, obtuvo dos nominaciones (mejor actriz (Beer) y mejor guion). Y en este mismo año, en el National Board of Review”, fue nominada como mejor película extranjera. Sin embargo, hay cierto consenso de que este remake no logra el nivel dramático de la obra original de 1932. Empecemos nuestro análisis llamando la atención sobre ciertos aspectos estéticos. En primer lugar, las actuaciones son meritorias, convincentes. En segundo lugar, la puesta en escena, lo que incluye escenografía y vestuario, es impecable. En tercer lugar, la fotografía y el cambio del blanco-negro predominante (metáfora del dolor de la vida) a las imágenes a color en algunas escenas, para realzar los momentos de superación de la naturaleza humana, logran un efecto visual que aplaude el espectador. Pero la fuerza del filme está, a mi modo de ver, en la apuesta antibelicista que conlleva. Estamos ante una obra dramática que va más allá, para intentar abordar sensiblemente el reto del perdón ante la pérdida del ser amado. En este contexto la cinta vuelve incierta –en los protagonistas– la claridad moral del patriotismo-nacionalista. Cuando el joven francés descubre lo cercano que era al alemán que mató, entiende que antes que enemigos, eran seres humanos en pos de la música y el amor. Lo natural fue roto por lo artificial: el ardor asesino inmanente al nacionalismo. Resalto, igualmente, la esencia europeísta que se vislumbra en la película: cada cual habla su idioma, pero aun así se entienden y comparten espacios que bien pueden ser tanto alemanes como franceses. Las similitudes, a pesar del diferente lenguaje, saltan a la vista (pienso en las escenas de bar, a ambos lados de la frontera). Eso sí, dos aspectos me dejaron con cierto sinsabor. El primero es el punto inicial de la historia, algo inverosímil: que un soldado francés busque la tumba y la familia del soldado alemán que mató. El soldado francés conocía la dirección de la familia de su víctima, pues leyó su última carta, pero ¿cómo logró, en pleno conflicto, que la misiva llegara a manos de su familia en Alemania? Además, es más que improbable que un soldado busque así a un desconocido, hurgando su pasado, llegando incluso a viajar hasta Alemania pocos meses después de terminada la guerra, en un ambiente de marcada hostilidad. El segundo es la dificultad de retratar genuinamente la complejidad del drama que supone el duelo y el orgullo perdido. La cinta termina reduciendo o simplificando la complejidad inherente al drama que es retratado, pero por más que se hubiese esforzado el director, nunca su obra sería del mismo nivel dramático de la realidad. Concluyendo, es una cita antibélica, cautivante y que invita a la reflexión en torno al perdón. Por todo lo anterior, creo que vale la pena… sin olvidar que es un remake al fin y al cabo. 2018-11-01.


No hay comentarios

Leave a Reply