Sobre cómo el cine construye patriotismo: ¿lección superada?

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Vi “Incheon sangryuk jakjeon” (“Operation Chromite”, Corea, 2016) dirigida por Lee Jae-han, también conocido como John H. Lee [1971- ] (siendo ésta su quinta película, la segunda en el género bélico) y escrita por Lee Man-Hee, Sean Dulake y el propio director. Cuenta con un buen reparto, encabezado por Liam Neeson (quien interpreta al general MacArthur),  Lee Jung-Jae,  Sean Dulake,  Lee Beom-Su,  Dean Dawson y Justin Rupple, entre otros. Esta cinta, basada en hechos reales (pero no me atrevería decir que haya sido algo fiel a la historia original), narra las peripecias de un escuadrón comando del ejército de Corea de Sur, durante la guerra de Corea (1950-1953), con miras a permitir el desembarco de los Marines estadounidenses en Incheon. Este filme refleja el mejoramiento de las producciones fílmicas de Corea, que de esta forma intenta acceder al mercado internacional. Sin embargo, como historia, deja mucho que desear. Se trata una historia llena de clichés (por ejemplo, el protagonista mata a casi todos y apenas recarga su pistola), maniquea (buenos y malos… obvio, los buenos ganan y los malos son estúpidos), con personajes tan simplones que caen en el ridículo. Pienso, para dar un caso, en la terrible interpretación de MacArthur, tan alejada de la realidad megalomaniaca de aquel siniestro a la vez que inteligente general estadounidense (la escena en que va al frente de batalla, como si nada, y se encuentra con un soldado en la trinchera, cae en lo absurdo). Tal vez, lo único acertado en el diseño de dicho personaje, es que se deja en claro sus aspiraciones presidenciales por medio de sus acciones bélicas en Corea. Al menos, las escenas de acción, que están bien hechas (sin lograr el impacto que Hollywood ha logrado imprimir en cintas como “Rescatando al Soldado Ryan”, 1998), equilibran un poco la cinta. ¿Y para reflexionar? Esta película nos deja en claro un serio problema del género bélico, el cual tanto me gusta: cine-crítico o cine-comercial. Sin ser categorías opuestas, suelen presentarse separadas. Lo interesante es que el cine surcoreano venía mostrando su guerra de forma crítica, como un enfrentamiento absurdo entre hermanos dentro de un contexto, la guerra fría, que les era extraño. Este cine correspondía claramente con las intenciones políticas, propias de finales del siglo pasado y principios de este, de tender lazos entre las dos Coreas (pienso en dos películas: “Tae Guk Gi” o “Hermandad de Guerra”, 2004; y “Go-ji-jeon” o “Línea del frente”, 2011). Sin embargo, el contexto político ha cambiado recientemente y, de igual manera, el tratamiento cinematográfico de dicha guerra que separó la península en dos. Es este sentido, generalizando claro está, después de una guerra el cine nacional suele mostrarla desde una visión patriotera, maniquea y apologética, y solo con el tiempo aparecen lenguajes críticos y antibelicistas. Aquí parece ser todo lo contrario. En conclusión, quien desee entretenerse, viendo algunas buenas imágenes de acción bélica, le puede interesar el filme. Pero hasta ahí. 2017-06-29.


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