Vi “600
millas” (México, 2015), ópera prima de Gabriel Ripstein (hijo del reconocido
director mexicano Arturo Ripstein), protagonizada por los grandes actores Kristyan
Ferrer y Tim Roth, entre otros. La película narra cómo un agente de la ATF (Tim
Roth) termina secuestrado por un joven mexicano (Kristyan Ferrer), traficante
de armas, quien lo lleva a México, pero allí aprenden que la única forma de
salvarse es ayudándose mutuamente. Ahora bien, la cinta ha cosechado varios
éxitos, lo que es más meritorio si se tiene en cuenta que es ópera prima
(verbigracia: Festival de Berlín, Mejor ópera prima; Festival de San Sebastián,
Sección oficial competitiva; Premios Ariel, Mejor ópera prima y Coactuación de
Noé Hernández, etc.). Frente a los aspectos de contenido, más que estéticos, la
película tiene un gran valor político: es una denuncia del tráfico de armas de
Estados Unidos hacia México, que está mucho menos visibilizado que el tráfico
de drogas en la vía contraria. Ya desde un plano más estético, quisiera
señalar, para empezar, que la cinta, si bien está correctamente dirigida (logra
una mirada muy realista con ocasión del manejo de cámara en mano), no es del
todo convincente. ¿Qué no lo es? Para empezar, se da una imagen de los carteles
y la violencia mexicanos poco creíble, a lo que se suma que el secuestrador
sucumbe, sin pasos claros convincentes, a la compasión. Agrego que el final,
del que no puedo hablar por obvios motivos, es desconcertante e, incluso,
irritante. El drama estaba in crescendo,
pero se corta justo en un momento de tensión, dejando varios interrogantes al
espectador: algo decepcionante. No era una cinta, dada la tensión realista que
pretendía manejar, para terminarla así abruptamente. Llegué a pensar que fue un
problema de presupuesto, cosa que al parecer no es cierta. Pero lo anterior no
significa que la película sea mala; para ser ópera prima cumple con las
expectativas completamente y el hecho de que se considere que un final no
estuvo a la altura de la trama, no desdice de esta última, por el contrario, se
le da un alto valor. Ya pasando a un plano más deliberativo, el filme tiene
algo interesante para la reflexión política: el tráfico silencioso en las
fronteras mexicanas, del que poco se habla, pero que es la otra cara de la
moneda del narcotráfico. Estremece la facilidad con la que pueden comprarse
casi todo tipo de armas en EEUU, lo que ha llevado a más de un progresista a
pedir se revalúe la política constitucional de su libertad de posesión y
compraventa. Pero es importante entender el debate de fondo al respecto. Sintetizando,
la liberad de posesión y compraventa de armas surge del reconocimiento de una
realidad cultural en las colonias inglesas en Norteamérica en el sigo XVIII (donde
casi todos debían contar con armas en su casa para la defensa personal) y de
una construcción política (que la población esté armada para la defensa externa
e interna del naciente Estado). A esto se le sumó la consideración ideológica
de que la constitución federal de los EEUU no debe inmiscuirse en la vida
privada ni en la propiedad de los individuos (de allí que sea considerada como
la constitución matriz del individualismo). Esto explica por qué los enérgicos
defensores del modelo original (individualista) de la constitución
estadounidense se ponen histéricos cada vez que se habla de “control a las armas”,
pues consideran que si se cede en este punto, luego habrá qué ceder en otras
garantías individuales (varios defensores de que cada individuo pueda comprar,
si quiere, armas, no las poseen realmente). Pero siendo sinceros, el escenario
actual de esta libertad individual ya traspasó el marco antes señalado y
aparece más como la garantía de una muy lucrativa industria con una alta
capacidad de influencia sobre el sistema político tanto estatal como federal.
¿Y cuáles son las consecuencias reales, no ideológicas, de esta libertad? Lo
vemos a diario en las noticias y en filmes como éste. La recomiendo entonces.
10-01-2017.
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