Sobre cómo la enemistad cede ante la necesidad de sobrevivir y ésta ante la amistad

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Vi “Into the White” (“Perdidos en la nieve”, 2012 Noruega), dirigida por el experimentado Petter Naess y con guion de Ole Meldgaard y Dave Mango. Tiene un buen reparto, sin duda alguna: Florian Lukas, Lachlan Nieboer, Rupert Grint y David Kross, entre otros. Basada en hechos reales, narra el encuentro, en una remota cabaña noruega, de las tripulaciones de dos aviones derribados, uno británico y otro alemán, durante la Segunda Guerra Mundial (específicamente, abril de 1940). La enemistad termina por ceder ante la necesidad de sobrevivir y, finalmente, aflora la amistad. Pues bien, la cinta es de entrada antibelicista y explora, con los clichés del caso y una narración predecible y algo ligera, cómo la enemistad inventada por la política termina cediendo ante la empatía natural del hombre. En este sentido, no hay nada nuevo ni interesante en la cinta que ahora comento. Sin embargo, hay otros aspectos que la hacen una buena película: las actuaciones me parecen contundes y bien llevadas; la fotografía y la dirección son, por dar una palabra, elegantes; y si bien la forma de narrar es algo lenta, no deja de ser entretenida. Y si al entretenimiento se le agrega una moraleja, aunque no sea éste el primer filme que la trae, mucho mejor aún. ¿Cuál es la moraleja? La enemistad bélica es artificial, mientras que la humanidad, más natural, puede unir, en cualquier momento, a los otrora enemigos. En conclusión, no estamos ante un hito del cine antibélico, pero la historia (real) y la narración tocan el corazón y no deja de conmover al espectador especialmente cuando se menciona, al finalizar, el reencuentro de los pilotos alemán e inglés, luego de la guerra (faltaron imágenes de eso). La recomiendo: 13-10-2016.

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