No le hace justicia a la realidad... bueno, entretiene

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Vi “Colonia” (Alemania, 2015) dirigida por Florian Gallenberger (un director poco prolífico y que no ha pasado con mayor gloria entre los críticos) y con guion de él y Torsten Wenzel. Cuenta con un reparto de lujo que es, tristemente, desaprovechado: Emma Watson, Daniel Brühl y Michael Nyqvist, entre otros. Es un thriller que cuenta la vida en la Colonia Dignidad (un centro religioso de extrema derecha integrado en su mayoría por inmigrantes alemanes). Dicho lugar, de fanatismo extremo, sirve además como campo de tortura al servicio de la policía secreta chilena durante la dictadura de Pinochet. El filme, a pesar de las duras críticas que ha recibido, obtuvo algunas nominaciones a los premios del cine alemán; pero, hay que decirlo, no ha logrado buenos comentarios en los festivales en los que se ha presentado ni entre la crítica especializada. El problema no está del lado de los actores, que son muy buenos, aunque subvalorados en papeles poco creíbles y bastante superficiales. El problema está en el guion: intenta retratar tremendo drama humano (los perseguidos de la dictadura más las víctimas del fanatismo religioso) con los estándares hollywoodenses. Esto llega hasta la mofa, cuando todos los actores hablan inglés en todo momento, cuando el idioma creíble habría sido pasar del español al alemán. El afán de cautivar público general y anglófono hace que se sacrifique el sentido mismo de la realidad latinoamericana. Lo terrible es que se pierde de lado y lado, porque el público general (el que va al cine por thrillers de entretenimiento general) no verá este tipo de filmes pues entra a competir con una industria que monopoliza el mercado. Y el público deseoso de un cine más profundo no apreciará esta cinta por los problemas ya señalados. Entonces, resumiendo, la apuesta de ofrecer en un contexto hollywoodense (esto es, comercial) una de las graves tragedias mundiales, con miradas simplistas que en nada permiten auscultar la complejidad del mal que rodea a los protagonistas, sumado a la pésima apuesta de creer que todos en el mundo hablamos inglés a toda hora (obviamente, apuesta para atraer a un público que ni sospecha las cosas que pasan fuera de la comodidad de sus living room) lleva a considerar el filme como una oportunidad perdida. La historia real, a la que apunta la obra, daba para obras majestuosas. Esta no fue una de ellas. Y eso que no hablo de los baches en la narración. Finalmente, si bien la película “abre el libro” sobre temas de los que poco se habla (en especial sobre la relación entre el gobierno chileno con Colonia Dignidad), la forma en que se trató el asunto no le hace justicia ni a las víctimas ni a la historia misma que ojalá sea retratada con mayor acierto por otro cineasta. Su mérito está, simplemente, en que entretiene. 15-09-2016.


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