Vuelve Hirschbiegel a sus temas exitosos (fascismo y correctud moral), a propósito de Elser, 2015

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Vi “Elser: Er hätte die Welt verändert” (comercializada en Hispanoamérica como “13 minutos”, Alemania, 2015) del reconocido y exitosísimo Oliver Hirschbiegel (quien así vuelve a tomar el rumbo luego de su fracasada película “Diana”, 2013) y quien, además, ya tiene experiencia tratando temas del fascismo (con “Das Experiment”, 2001) y de la Segunda Guerra Mundial (con “Der Untergang”, 2004). En este caso, la nueva película de Hirschbiegel narra la vida de George Elser (magníficamente interpretado por Christian Friedel), carpintero alemán quien, preocupado por el rumbo que tomaba el nazismo, intentó asesinar a Hitler en 1939 con una bomba que él mismo fabricó y puso, proyecto solitario que no fue creído por las autoridades policiales que intentaron demostrar infructuosamente que todo era parte de un complot comunista. Hitler se salvó pues abandonó precipitadamente el recinto 13 minutos antes de la explosión. Sin embargo, no es la típica película de acción que se hubiera centrado en el hecho mismo del atentado. La verdad es que el atentado y Hitler son meros pretextos del director para pasar revista, muy políticamente correcta y sin dar lugar a dudas en el espectador, a la vida del carpintero que pudo haber cambiado la historia. La producción es muy buena y eso se refleja en la calidad de la fotografía, el sonido, la banda sonora, el vestuario y las locaciones. El director contó, y bueno por él, con todos los recursos para darnos este buen documento fílmico que nos deja otra lección sobre los peligros del fascismo, en especial su progresividad hacia el mal; esto es, que la potencialidad autoritaria y perversa del régimen no se vislumbra en los días iniciales sino con el paso del tiempo cuando se relajan los parámetros morales y políticos. La cinta ha recibido aplausos por parte de la crítica en especial por su buena producción y la gran actuación de Friedel, pero ha dejado algo de sinsabor en algunos espectadores porque la obra no se centra en el elemento de acción (el atentado y el intento de huida) y algunos críticos cinéfilos porque ofrece una mirada muy correcta, muy impoluta del protagonista, olvidando que todos somos, en alguna medida, santos y demonios. Pero a pesar de ello, sigue siendo un filme que merece ser visto, por sus propios méritos y al que podría añadírselo otro: invita a la reflexión de cómo la mala opción de “buenas personas” (como lo eran los electores iniciales del partido nazi) termina, con el tiempo, generando sistemas de terror masivos de los que ya no hay huida más allá de la muerte (la banalidad del mal). Elser lo advirtió a sus interrogadores: nunca habrá un futuro bueno si dejamos a los tiranos dominar, lo que exige actuar antes de que caiga la bola de fuego que amenaza Alemania (la que cayó, pocos años luego, como racimos de bombas arrojadas por los bombarderos aliados). Es por ello que recomiendo la película, pero no para quien busca entretenimiento mediante el cine acción, sino para quien se dejaría llevar de relatos de verano y cantos locales que dieron esperanza a los pocos cuerdos en una época de locos (de allí los estribillos que aparecen y desparecen continuamente durante el filme). 18-07-2016.

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