Vi “El imperio de los sentidos” (Japón, 1976) dirigida y escrita por el experimentado y multigalardonado Nagisa Oshima (1932-2013). Este filme es todo un clásico del cine-erótico y debe verse de la mano de otra cinta posterior del mismo director: “El imperio de la pasión” (Japón, 1978). Pues bien, esta película narra, basada en una leyenda japonesa, la historia de un par de amantes para los cuales el sexo, manifestación física de su amor, se convierte en principio y fin de sus vidas. Para empezar, hay que señalar, para los espectadores escrupulosos, que el filme tiene muchísimas escenas sexuales explícitas, pero más que ello, busca desafiar la capacidad de tolerancia del espectador. En este sentido, creo que el filme pasa más allá de lo erótico (tocando la pornografía) para explorar, en ciertos momentos, lo repugnante. No lo digo tanto por la excesiva carga sexual de la cinta, sino por muchos recodos de la narración que incitan al público hasta la repulsión. Eso sí, el director no deja su tradición fílmica: la cadencia del cine japonés, tan impresionante en la década de los 60 y 70, está presente en todo momento, de manera tal que es imposible escapar de lo que culturalmente representa para los orientales la sexualidad como objeto activo y las imágenes metafóricas como objetos pasivos de la narración fílmica. Generalizando, la crítica especializada se ha centrado en la sexualidad desparramada del filme pero con algo más allá de eso: tiene uno de los fines más trágicos y espeluznantes del cine en todos los tiempos. Ya hablando en primera persona, esta cinta hay que verla por ser de culto en su género, pero no es el tipo de filmes que me engancha: su excesiva sexualidad evade el erotismo que, por su esencia deífica griega, está basada en un juego de ocultar/desocultar. Pero la narración y el desenlace, más el cuidadoso trabajo de fotografía, corresponde al sitio en que ha quedado en la memoria de los cinéfilos. La recomiendo, aunque no es para cualquier público. 14-02-2016.
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