Vi “Die Blechtrommel” (“El tambor de hojalata”, 1979, Alemania del Oeste) dirigida por Volker Schlöndorff, un experimentado director que cuenta con varios filmes en Estados Unidos, Francia y Alemania, pero de quien solo recuerdo por “Krieg und Frieden” (1982), que se comercializó en español como “Guerra y Paz” (1982). En este caso, Schlöndorff nos trae una adaptación de la obra cumbre del nobel Günther Grass. La película narra la historia de Oskar, un niño que, al cumplir 3 años, recibió un tambor de hojalata y se negó a crecer. Está ambientada en Danzing, antes y durante la Segunda Guerra Mundial. La cinta, estéticamente, es correcta. No en vano recibió varios premios en su momento, como un Oscar a Mejor película de habla no inglesa y una Palma de Oro (junto a "Apocalypse Now"), entre muchos más. Las actuaciones, la fotografía, los efectos, el vestuario, etc., son muy buenos. No obstante, el gran “pero” de la película es el mismo que aqueja a todas las producciones que se basan en obras cumbre de la literatura universal. Intentar emular la gloria de estas obras literarias es casi imposible, por lo que el espectador que conoce la obra original no podrá dejar de comparar, quedando mal parado el guion. Esto me lleva a dos interrogantes que siempre generan debate entre los críticos: i) ¿Debería llevarse al cine las obras cumbre de la literatura? ¿Esto no implica un despropósito pues deja mal parado al director y le pierde su magia a la obra literaria? Es que terminan asociadas a tal punto que el lector ya está atado a las preconcepciones visuales del filme cuando abre el libro. ii) ¿Por qué el afán del cine, especialmente en la contemporaneidad, se trabajar con adaptaciones en vez de guiones originales? Pero volviendo a la película que ahora nos ocupa, debo aclarar que en este caso lo visual no se queda atrás frente a la novela, pero el guion, que está limitado en principio, no da cuenta de la majestuosidad de la novela de Grass. Así, quien tuvo la fortuna (¿o desgracia?) de leer la novela antes de ver la película, considerará esta última como un resumen ligero y de lo esencial de aquella. Echo de menos, por ejemplo, la descripción de Grass de la brutalidad del ejército ruso de ocupación cuando llegaron a Prusia oriental. Tal vez quien no haya leído a Grass podrá sacarle más gusto a un filme que, repito, no es malo. Claro está que la película tiene la ventaja de volver visual y narrar en un par de horas una obra que toma días enteros su lectura. Por tanto, los temas que permite discutir la novela bien pueden ser vistos en el filme y discutidos en un ciclo de cine foro, como la nazificación de la sociedad (asunto que debe ser comprendido para evitar que un fenómeno similar se repita) y las metáforas que abundan tanto en la obra como en la película sobre los problemas sociales y políticos del momento. La recomiendo entonces en los términos vistos. 15-01-2016.
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