Miss Julie o sobre cómo las diferencias de sangre no murieron en el siglo XIX

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Vi “Miss Julie” (Reino Unido y otros, 2014) dirigida y escrita por Liv Ullmann (con una trayectoria en el cine que inicia en 1992 con “Sofie” aunque su filme más famoso fue “Infiel”, 2000) y basada en la obra de teatro del mismo nombre de August Strindberg que narra cómo un una mujer altanera de la nobleza sueca (la película pone la trama en Irlanda) seduce y es seducida por un criado, en una noche de San Juan en pleno siglo XIX, lo que termina con la muerte de uno de los amantes y la duda en el espectador sobre las verdaderas intenciones de cada uno de ellos. Hay que decir que esta obra de Strindberg ha sido llevada al cine en otras dos ocasiones y con el mismo título. La primera en Estados Unidos (1999), dirigida por Mike Figgis y con guion de Helen Cooper, la cual, hay que decirlo, ha sido -hasta el momento- la más aplaudida. Igualmente está una versión sueca de 2013, dirigida y escrita por Mikael Berg, la cual ha pasado inadvertida por la crítica. Retomando el filme del 2014 hay que señalar dos desaciertos pero que, a mi modo de ver, no eclipsan los aciertos. El primero de ellos es que el guión es muy acartonado buscando así una precisión milimétrica con la obra original. La segunda es que para el público contemporáneo la historia se vuelve pesada tanto por el lenguaje como porque requiere algunas aclaraciones previas que no se dan. En este sentido podría pensarse que el filme es “difícil”. Tal vez si el guion hubiese sido un poco más flexible y hubiera permitido elementos ideológicos contemporáneos, habría sido todo diferente. Pero aun así, la obra tiene grandes aciertos. El más importante, diría yo, tiene que ver con las excelentes actuaciones protagónicas (Jessica Chastain, Colin Farrell y Samantha Morton). Son interpretaciones brillantes, como no había visto antes a Chastain y Farrell. Por ejemplo, el espectador, ante a magnificencia de las interpretaciones, queda con la duda de las reales intenciones de cada uno de los personajes. Todo es posible al momento de preguntar qué movía a cada quien. Para quien estime el buen cine, pero aquel con fuertes raíces en el teatro, no puede perderse esta cinta. Quedará con un grato sabor al ver que hay películas que aún tienen como motor la actuación y no los efectos especiales. Queda en el espectador pensar sobre la película en torno a que las distancias sociales, las separaciones de sangre, no desaparecieron, para nada, en el siglo XIX y discutir sobre si la protagonista está afectada mentalmente o está destruida por el deshonor. Agrego que el filme logra plasmar algo importante para un ciclo de cine foro: que en el siglo XIX no hubo ruptura total con las representaciones colectivas del Antiguo Régimen. La recomiendo, pero que el espectador tenga paciencia. 18-07-2015.


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