Sobre cómo el caos íntimo refleja el caos social: Graduación, 2016

Vi “Bacalaureataka” (“Graduación”, Rumania, 2016) dirigida y escrita por Cristian Mungiu [1968-] (experimentado director rumano, algo desconocido en nuestras latitudes) y con un buen reparto, pues supieron cumplir cabalmente con su papel: Adrian Titieni,  Vlad Ivanov, Maria-Victoria Dragus, etc. Narra la vida de Romeo, médico, esposo y padre. La acción gira alrededor de Romeo y se centra en tres ejes: i) su fuerte crisis matrimonial; ii) la graduación de su hija (quien requiere excelentes notas para poder emigrar a Inglaterra); y iii) el ataque perpetrado contra su hija justo antes de un examen final, lo que obliga a Romeo a tomar medidas desesperadas en su complejo y caótico mundo. Ahora bien, pasando inicialmente a los temas estéticos, la obra logra una armonía con el naturalismo del guion. Justo por este realismo sórdido que busca el director, no caben grandes destellos estéticos, pero esto no significa que no lo hizo bien. La obra es correctísima, impresionantemente equilibrada. Pasado a los asuntos más de fondo, es decir, a lo narrado, quedo muy sorprendido de la forma tan sutil, a la vez que inteligente, en la que se narra la complejidad y la caoticidad del micro-mundo (la familia de Romeo) y el macro-mundo (la decadencia moral, política y económica de Rumania). Incluso, la forma en que el macro-mundo aparece en los intersticios dramáticos del micro-mundo es maravillosa a la vez que inteligente. El espectador no se siente forzado en sus interpretaciones, pues la cinta se desliza suavemente ante sus ojos mientras le deja en claro la nube gris, por no decir que negra, que rodea a los protagonistas inmediatos, Romeo y su familia, como a los mediatos, Rumania misma. No es fácil encontrar películas que logran ser dramas íntimos a la vez que propiciadores de reflexiones políticas profundas. Pongo como ejemplo, para esto último, el diálogo entre Romeo y su esposa sobre lo que esperaban de Rumania con la caída del muro (euforia) y cómo este país terminó expulsando a sus jóvenes, sumido en la corrupción y sostenido sólo la madre Europa (más bien, Unión Europea), la dadora, la sostenedora de la periferia (depresión). La recomiendo, pues, no solo como buen ejemplo del equilibrio dramático, sino también como trampolín para reflexionar sobre la bipolaridad política: cómo se pasa de la euforia a la depresión en una misma generación. 09-05-2017.


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