Sobre cómo el silencio triunfa sobre la locura del aire y la tierra

Tomado de: aquí

Vi “One Flew Over the Cuckoo's Nest” (comercializada como “Alguien voló sobre el nido del cuco” y “Atrapado sin salida”, EE. UU., 1975), dirigida por Miloš Forman [1932-2018], un representante destacado de la “Nueva Ola Checoslovaca”, quien emigró a EE.UU. durante la guerra fría. Fue producida por Michael Douglas y Saul Zaentz, con guion de Bo Goldman y Lawrence Hauben, y basada en la novela homónima de Ken Kesey. La música es trabajo de Jack Nitzsche y la fotografía de Haskell Wexler. Está protagonizada por Jack Nicholson (aplausos), Louise Fletcher (aplausos), William Redfield y Danny DeVito, entre otros. En cuanto al género, bien podría ser una comedia dramática como un thriller psicológico. Por demás, fue un negocio más que rentable, pues su rodaje costó cerca de 3 millones de dólares y se recaudaron casi 109 millones. Un dato curioso es que los productores decidieron rodar la película en el Hospital Estatal de Oregón, un centro psiquiátrico real, ya que este también era el escenario de la novela.

Esta cinta fue ampliamente nominada y premiada; para dar un par de datos, fue la segunda película en obtener los cinco principales premios de la Academia: mejor película, mejor director, mejor actor, mejor actriz y mejor guion adaptado. Además, también obtuvo esos cinco premios en los Globo de Oro y Premios BAFTA. Por lo anterior es que ha sido considerada una película de culto y está en todos los listados de las cien mejores cintas de la historia.

La trama gira alrededor de un criminal reincidente, Randle McMurphy (Jack Nicholson), quien se hace pasar por enfermo mental para ser internado en un centro psiquiátrico, creyendo que así evitaría el trabajo duro de la prisión, pero se da cuenta de su error. Primero, porque el hospital no ha sido un lugar tranquilo y relajado, como lo creyó inicialmente, por lo que termina en una abierta confrontación con la estricta enfermera Ratched (Louise Fletcher) quien ve en Randle una amenaza a su autoridad y al orden preestablecido; segundo, porque es informado de que, a diferencia de una prisión común, la condena en un centro psiquiátrico puede ser indefinida, según criterio del personal de la salud tratante, incluyendo a Ratched. Por ello, Randle hace planes para escapar, pero nada termina como lo deseaba.

Ahora bien, la cinta tiene muchos elementos que permiten un análisis desde muchas disciplinas. Creo que es de las cintas que más oportunidades brinda para hacer reflexiones académicas desde muchos sentidos. Empecemos con lo relativo al género: es una maraña entre drama y comedia, a un punto que no se sabe qué da lugar a qué. La comedia, varias veces, emerge de la magnitud del drama que acontece sobre el protagonista y los pacientes psiquiátricos. Podría decirse que lo narrado supera lo plausible y al llegar a extremos dramáticos, el espectador lo toma como una comedia negra, y viceversa. En este sentido, siendo algo generales, Randle tiende a la exposición cómica, mientras que la enfermera Ratched sería proclive al drama. Él pretende volar, incluso como una metáfora del que busca huir, física o mentalmente del centro, y ella pretende reestablecer las reglas que determinan cualquier comportamiento al interior del centro. Uno es aire, la otra es tierra. Y aquí emerge la opción de creer que el hospital es una microsociedad, pero una donde chocan la visión relajada y oportunista de unos, y la totalizante y moralista de otros, tal cual como sucede en cualquier sociedad política. Pero no nos confundamos, aquí no hay tanto una lucha entre el bien y el mal, ya que los protagonistas pueden ser tildados de antihéroes en varios momentos de la cinta, sino una entre dos formas de creer que es la mejor manera de desenvolverse en la sociedad: libertad -con el riesgo del desorden y el oportunismo-, u orden -con el riesgo del totalitarismo-.

Otro tema que daría lugar a reflexiones sumamente interesantes está en el silencio del Jefe Bromden, uno de los pacientes recluidos, quien se hace pasar por sordomudo como forma de sobrevivir al hospital, y quien es el observador silente, que evalúa todo y quien, al finalizar, es el que logra volar. Llama la atención como quien pasa desapercibido es quien logra para sí poner un punto (¿final?) a la microsociedad totalizante del hospital. Otro tema tiene que ver la comicidad que rodea los juicios, las elecciones y las votaciones que se hacen entre internos del centro, lo que puede ser una remembranza irónica de la democracia electoral del momento. Y, finalmente, esta cinta se constituye en una pieza argumental de la antipsiquiatría, inspirada por los trabajos de Foucault sobre la historia de la clínica, ya que expone la cotidianidad totalitaria donde queda en claro que los seres humanos, especialmente los que padecen enfermedades mentales, no son máquinas, como un reloj, que no se “reparan” apretando un tornillo ni cambiando un repuesto.

Ya para finalizar, el espectador seguramente sentirá incredulidad ante algunos giros narrativos que son, por lo menos, inverosímiles, ya que no cuadran con las reglas de la experiencia. Me gustaría mencionar algunos casos, pero eso sería un spoiler. Simplemente, que el cine, a veces, se da libertades que no pueden acaecer en la realidad. En conclusión, estamos ante una película de culto que merece ser vista, aunque las estéticas y las formas de apropiación del cine hayan cambiado tanto de aquella época a la nuestra (2024-05-26).


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