Sobre cómo la realidad se mezcla con la ficción: negocio y afectividad en la sociedad simulada neoliberal

Tomado de: aquí

Vi “Family Romance, LLC” (EEUU, 2019) dirigida y escrita por el muy reconocido cineasta alemán Werner Herzog [1942-], tan enigmático como controversial. La música es mérito de Ernst Reijseger y el reparto está integrado por Mahiro Tanimoto y Ishii Yuichi.

El guion es algo extraño: una empresa japonesa ofrece el servicio de actores para todos aquellos que requieren que alguien se haga pasar por un amigo, un familiar, etc., en la vida real. Casi siempre, los trabajos contratados son para ofrecer un reemplazo afectivo en la cotidianidad del contratante. Así, se actúa no para un escenario, sino en y para la vida cotidiana.

En relación con los aspectos de forma, las obras de Herzog se caracterizan por romper con los moldes preestablecidos de la industria. Estamos ante lo que la crítica suele denominar cine de autor, pues las formas son tan personales que solo se comprenden y se aceptan si se ha habituado el ojo a su propuesta cinematográfica. En este caso en concreto, el filme (por su tema tan extraño, así como por sus cambios de ritmo y las particularidades que le imprime el director) parecería, a primera vista, como cine experimental. Solo quisiera agregar en este punto que la cinta no descuella por sus elementos técnicos ni estéticos, por lo que es considerada esta película como una menor en la filmografía del director. Pero incluso en obras menores como esta, él arroja un producto que requiere una observación diferente, más concienzuda, un filme que se debe juzgar desde el propio sistema que le dio origen.

Pasando a temas de contenido, esta cinta, hecha con ciertos elementos similares a los del falso documental (pues está basada en hechos reales) sin llegar a serlo, desnuda varios temas para propiciar la reflexión del espectador juicioso. Pero me centraré en dos. El primero tiene que ver con la exposición de oriente desde los ojos de un occidental. Se muestra una cultura que nos es muy extraña, pero siempre bajo el guion y el lente de alguien occidental. Esto provoca cierto caos que enriquece de alguna manera la película, como el que surge cuando las aguas ligeras y calientes del mar se encuentran con las aguas densas y frías de un río. Sin embargo, a pesar de ello, la exhibición de una cultura tan desconocida como inquietante siempre enriquece, en tanto nos permite caer en cuenta la diversidad del mundo, una que enriquece en vez de empobrecer.

El segundo elemento, es cómo se exhibe, con cierta naturalidad, la mercantilización del mundo de la vida, una mercantilización que lleva no solo a crear una empresa que explota económicamente hasta los espacios más recónditos de la vida (la afectividad, la familia, la privacidad, etc.), sino también una sociedad llena de sujet(ad)os económicos (homo oeconomicus) que prefieren la apariencia a afrontar la realidad. Se prefiere contratar a alguien que se haga pasar por un pariente o un amigo para que la vida transcurra en su productividad, que afrontar el vacío que supone su no presencia, su inexistencia. Este homo oeconomicus parte de que lo privado es igualmente un campo para explotar (económicamente) y la exhibición de los sentimientos y las emociones puede ser fingida con tal de lograr que el mundo siga su camino de rendimiento. Empero, al finalizar, se da un momento de ruptura con la lógica del sistema hegemónico cuando el actor y dueño de la compañía, contratado para simular ser el padre de una adolescente, se da cuenta que ha llegado muy lejos y en un ataque de cordura frena las embestidas románticas de una de sus clientas y propone detener la locura que ha propiciado, para luego de ello, en una crisis sobre lo que es real y lo que es actuación, regresa a su propia casa. Sin embargo, ¿logró parar la actuación que estaba saliéndose de control? Eso no lo muestra la obra, por lo que queda a criterio del espectador.

Para finalizar, sí es posible distinguir dos momentos en el filme en lo que atañe con la fuerza de la narración. La primera parte empieza muy bien, hasta convence a pesar del quid tan extraño y lejano de la trama. La segunda parte, poco antes de cumplirse la primera hora, empieza a decaer, con un ritmo más acelerado y muchas escenas pequeñas (tal vez recortadas en la edición) que el espectador no sabe bien a qué van. Este cambio de ritmo no ha pasado desapercibido por la crítica especializada pero no al punto de invalidar por completo la cinta.

En conclusión, es una película extraña, diferente, como las de este director, a lo que se le suele ofrecer al espectador. No es una obra que constituya un hito en el género, pero, de todas maneras, rara vez algo de este director no vale la pena, pues sus formas excéntricas de narrar perfeccionan los gustos del espectador. 2022-07-23.



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