Sobre cómo transformar las apariencias para permitir un aprendizaje significativo

Tomado de: aquí
Vi “Le brio” (Francia, 2017, comercializada con el título de “Una razón brillante”), dirigida por Yvan Attal [1965- ], quien tiene una larga trayectoria en el séptimo arte, especialmente como actor. La música es mérito de Michael Brook y la fotografía de Rémy Chevrin. El reparto es interesante: Daniel Auteuil (aplausos), Camélia Jordana (aplausos), Jacques Brel y Serge Gainsbourg, entre los más importantes. Frente al género, es algo difícil de establecer, pues tiene aspectos de comedia negra y de drama, así como de cine universitario y jurídico.

La cinta narra la tensión que se produce entre Pierre Mazard (Auteuil), un petulante y amargado profesor de derecho, y Neïla Salah, una rebelde e iconoclasta estudiante. A pesar de los choques entre ellos, el profesor recibe el encargo de preparar a su estudiante para un importante concurso nacional de retórica judicial. Durante la preparación para el concurso, ambos logran construirse como mejores personas, de manera tal que la enemistad inicial termina siendo una relación de maestro – discípula que termina gestando una hermosa amistad.

Sobre los aspectos formales, quisiera resaltar la excelente dupla protagónica, que logra dar un sello distintivo a la película. Por este motivo, en el 2017, Jordana recibió el Premio César como “Mejor actriz revelación”. Por su parte, la fotografía, la música, la ambientación, el vestuario, etc. son correctos para una cinta que pivotea entre el drama y la comedia, pero sin descollar.

Ahora frente al argumento del filme hay varias cosas que decir. Para empezar, la crítica especializada no está del todo de acuerdo sobre si debe ser aplaudido o no el guion. Entre los defectos que tiene está que el argumento es algo forzado, muy ambicioso en sus propósitos y previsible en sus desenlaces. Entre sus aciertos está que logra cautivar al auditorio, en especial por los diálogos inteligentes, desata la emoción del público en la medida que este atestigua la transformación de los personajes y, finalmente, representa una vez más un mito que atrae profundamente la naturaleza humana: el de Pigmalión y Galatea (el primero se enamora de una de sus creaciones).

Pasando a mis reflexiones sobre el contenido de esta obra, iniciemos con el título, en lengua francesa, y su fiel traducción al español, que significa ánimo o energía con la que se hace algo. A Salah le sobra brío, pues ella, gracias a su energía vital, supera los estigmas con los que debe lidiar a diario por su ascendencia argelina, por ser mujer en un mundo dominado por los varones, por su difícil condición económica y por su temperamento rebelde que la hace proclive a enfrentarse a toda representación de poder y autoridad. Aquí aparece el otro factor del tenso e inestable equilibrio dramático de la cinta: un profesor de derecho, de la alta sociedad (que en Europa occidental va mucho más allá de la mera riqueza, a diferencia de lo que pasa en Latinoamérica), irónico, machista y racista en su apariencia, pero que termina siendo el mentor de alguien que reúne todos los requisitos para ser discriminada por el docente. Justo este tenso equilibrio se ve representado, entre otras cosas, en las ambientaciones arquitectónicas: ella en los suburbios y él en el imponente edificio donde funciona la facultad de derecho. Esto sirve de ejemplo para mostrar cómo la fotografía y la ambientación arquitectónica (junto con el vestuario) participan del diseño de los personajes y, por tanto, del equilibrio dramático.

Todo lo anterior me lleva a otro asunto que quisiera resaltar: las apariencias. Este tema es reiterado en los inteligentes diálogos entre maestro y discípula. Se juzga por la apariencia, esta dice mucho más de lo que uno cree y no hay neutralidad alguna cuando se escoge como mostrarse ante los demás. Para poner en evidencia este aspecto, las escenas intentan representar la distancia entre los protagonistas por medio de la ambientación arquitectónica, los colores que los rodean y el vestuario, es decir, a partir de la apariencia, pero es interesante ver cómo esta va cambiando a lo largo de la película. Ella se vuelve más formal (de colores cálidos pasa a colores tierra) en su estilo, y él algo más informal (con colores cada vez más cálidos en reemplazo de los tonos claroscuros) en la manera de mostrarse al otro. Esta transformación los lleva al encuentro, al estar-con-el-otro en un mundo-común en el contexto de la formación del relevo generacional. El dinosaurio del profesor termina siendo un profesor significativo en la briosa estudiante de derecho, pero no desde la distancia, sino a partir del encuentro, lo que supone una mutua transformación. En este sentido, pareciera que este filme obedece a la lógica de los road movie (donde los personajes se transforman en la medida que viajan). En este sentido, podría decirse que la obra invita a ir más allá de las apariencias iniciales para entender las motivaciones latentes que, si bien no se muestran de buenas a primeras, son las determinantes en el éxito o el fracaso de todo acto pedagógico. Conclusión: no juzgar por las apariencias, pero tampoco rechazarlas; se trata de transformarlas, mejorarlas.

Otro asunto que vale la pena mencionar está en que la cinta serviría mucho para un cine foro filosófico y jurídico. Digo esto porque la formación en retórica judicial es algo clave para entender la transformación de los protagonistas, a la vez que deja en claro los retos de la educación significativa, que impone una superación de las apariencias iniciales para lograr el encuentro que potencia el aprendizaje significativo. Aquí una buena abogada es el resultado de un compromiso con el derecho y la formación que bien puede extraerse del diálogo al que invita un cine foro.

Finalmente, dada mis inclinaciones filosóficas, me llamó mucho la atención el recurso a las tesis de cómo convencer de Schopenhauer, aplicadas al contexto jurídico. Por lo que, para no alargarme más de la cuenta, esta película es toda una cantera de reflexiones, no solo sobre el cine, sino también sobre la educación, la retórica y el derecho. En fin, me recordó mucho sobre el valor de los maestros, de aquellos seres a los que uno solo puede referirse de usted, por más amistad que logre gestarse con el discípulo. Afortunados los que han tenido maestros (más reflexiones sobre esta cinta, en: aquí).

La recomiendo ampliamente, aunque confieso que mi gusto por esta cinta se debe a mis circunstancias específicas. 2022-04-28.

 


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