Sobre cómo la (tragedia de la) vida y la (tragedia de la) creación se entrecruzan

www.filmaffinity.com
Vi “Dolor y gloria” (España, 2019) dirigida y escrita por Pedro Almodóvar [1949- ], quien no necesita presentación alguna, con música de Alberto Iglesias (aplausos) y fotografía de José Luis Alcaine (aplausos). El reparto está integrado por Antonio Banderas (aplausos), Asier Etxeandia, Penélope Cruz y Leonardo Sbaraglia, entre otros. Esta película narra diferentes momentos de la vida de Salvador Mallo (Banderas), los más exitosos como los más dolorosos, todo con el fin de dar a conocer la dureza de la creación que tiene su fuente, igualmente, en la tragedia cotidiana, una que logra ser transubstanciada en arte.
Antes que nada, hay que decir que estamos ante una de las obras más pulidas del director, a un punto que brilla con luz propia por varios aspectos artísticos. Destaco, entre otras cosas, la música, la fotografía, la dirección artística y la edición final (con sus recursos gráficos para darle frescura y comedia a la cinta; por ejemplo, cuando se narran los viajes y los dolores). La música y la fotografía, por su parte, lograron realzar la pasión del director o acompasar, cuando era necesario, el dolor por el que atravesaba el personaje central. Pero no quisiera detenerme en estos asuntos, prefiero pasar de lleno a temas más de contenido.
En primer lugar, hay un relativo consenso de que esta es la obra maestra de Almodóvar, no sólo en cuanto los aspectos estéticos sino también en cuanto la narración misma. Espero que el lector, al finalizar esta reseña, entienda por qué este juicio tan positivo. En segundo lugar, el filme es, sin duda alguna, un homenaje al (amor que el director le tiene al) cine, camuflado de autobiografía; pero en esto no puede dejarse engañar el espectador, si bien hay elementos personales insertos en la trama (como el amor a su madre, las adicciones y la educación católica recibida), abunda más la ficción.
En tercer lugar, este sentido ficcionalmente autobiográfico de la película (ya presente en otras de sus obras, como “La mala educación”, 2004) ha generado una que otra crítica sobre la creatividad misma de Almodóvar: cuando una cinta es tan autorreferencial, ¿es porque al autor se le están agotando los argumentos o es por la madurez alcanzada que permite, con algo de orgullo/soberbia, girar la trama de sus últimas obras sobre sí mismo? Es cierto que hay infinidad de historias, reales o ficticias, afuera de cada director para ser contadas; sin embargo, en este caso, Almodóvar hace un filme personalista, intimista, sin caer en la egolatría, en tanto que logra transmitir con la sencillez de un maestro la desnudez (del alma) de un director de cine que, a veces, pierde el rumbo de su vida artística como de su existencia, pero que logra, al empatar ambas tragedias, recuperarse gracias al amor. “El amor no basta para salvar a la persona que quieres”, se repite en varias ocasiones, pero fue el amor (por su madre, su expareja y el cine) el que logra que el director retome cierta armonía en su vida personal y artística… y así hasta la próxima crisis. Además, no estamos ante una película ególatra en sí, porque parte de su filmografía ha intentado exponer su propia vida (la real o la inventada para cada oportunidad) como centro de la narración, por lo cual no es novedoso en Almodóvar este recurso, aunque en esta obra sí logra un alto nivel que permite captar la atención y vehiculizar las emociones del auditorio.
En cuarto lugar, uno de los méritos por lo que buena parte de la crítica ha aplaudido la cinta, está en que Almodóvar se sale de los leitmotiv de su filmografía, como el melodrama y la controversia socio-sexual. Por decir algo, en este filme no predomina la tensión dramática a la que nos había acostumbrado, pues el intimismo al que se apunta con esta película nos lleva a una historia sin sobresaltos y sin conflictos predominantes, salvo el de la comunicación (a veces fluida y otras veces no tanto, entre la vida personal y la creación artística). Igualmente, los personajes son más depurados y no son puestos intencionalmente, como en otras de sus obras, en los límites de las perversiones sexuales ni en los del erotismo de lo prohibido. Este giro logró captar la atención de muchos espectadores que se estaban cansando de más de lo mismo en este prolífico director.
Finalizo con algunos datos curiosos que pueden desatar la atención de los fanáticos del séptimo arte, en general, y de este director, en particular. Casi siempre Penélope Cruz ha hecho de madre en sus cintas, y esta no es la excepción; el apartamento de Salvador es una réplica del de Almodóvar; y a Banderas le quedó fácil actuar de Almodóvar, pues lo ha acompañado en gran parte de su vida artística.
Por todo la anterior la recomiendo plenamente. 2020-06-18.



No hay comentarios

Leave a Reply