Este número empieza con una serie de artículos sobre el tema de pensiones en Latinoamérica. Veamos.
Empieza el periódico con “La oportunidad de la crisis” de Carlos Gutiérrez M. Señala acertadamente que ante la crisis actual la salida no es en acrecentar la receta neoliberal, sino en replantear la estructura misma, en especial lo que atañe a la sobrepoblación. Dice él: “Ese poblamiento nos llama al mismo tiempo a comprender que, de no definir una política de reproducción responsable con nosotros mismos y con nuestro entorno, en pocas décadas tendremos ingentes problemas por enfrentar” (p. 3). Una solución podría ser ciudades pequeñas: “Ojalá no tuviéramos ciudades de más de dos millones de habitantes, como sueño por realizar, y otras muchas incluso de apenas un millón o quinientos mil, lo cual nos estabilizaría, proyectándonos como un país sostenible, económico y humano” (p. 3).
Sigue “La pensión: una ilusión de difícil materialización en Colombia”, escrito por César Giraldo. Es un buen trabajo sobre la injusticia del régimen pensional colombiano. De allí puedo extraer: “allí donde se privatizó el sistema de pensiones, los Fondos creados para tal fin amasan fortuna mientras los trabajadores cotizantes escasamente acceden a una pensión” (p.4). “En la actualidad sólo el 23 por ciento de la población de más de 65 años está pensionada, cobertura que era mayor antes de expedir la ley 100 de 1993, la cual privatizó el sistema de pensiones. Para colmo, las proyecciones señalan que de mantenerse las tendencias actuales la cobertura se reducirá al 9 por ciento en el largo plazo. Valga resaltar que un escaso 31 por ciento de la Población Económicamente Activa es cotizante y de esa proporción solo el 30 por ciento se pensionará” (p. 5). “No es sostenible un sistema integrado por un esquema de regímenes de competencia, donde uno es el que recibe y gestiona las contribuciones en la mayor parte de la etapa de aportes, mientras que el otro es el que se hace cargo del pago de pensiones” (p. 5).
Siguiendo la línea del tema pensional, encontramos “Chile, el Sistema de AFP fracasó” firmado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores “No+ AFP”. Este apartado pone en evidencia el fracaso del modelo de pensiones chileno, que se ha expandido por muchas partes del mundo. Aquí podemos leer: “El verdadero objetivo de la reforma de 1980 fue, ni más ni menos que el de llevar a cabo la más osada, cuantiosa y espectacular privatización: “la de manejo de los recursos previsionales”, y colocarlos al servicio del desarrollo del mercado de capitales” (p. 7). Igualmente, “gran parte de los pensionados han debido soportar otro capítulo de expropiación de su patrimonio: el pago de los gastos de comercialización, publicidad, administración y ganancias de las compañías de seguros en el caso de rentas vitalicias” (p. 8).
Pasando a otros temas, vamos al artículo “La experiencia zapatista resiste” de François Cusset. Es un bonito escrito que muestra la evolución del movimiento zapatista en México: “La historia del zapatismo en Chiapas se basa así en tres palabras, que resumen las modalidades de su relación con el Estado: contra (durante doce días de guerra), con (nueve años de intentos de acuerdos) y, desde 2003, sin” (p. 11).
Por su parte, el escrito “Sudáfrica, harta de sus liberadores”, de autoría de Sabine Cessou, analiza las contradicciones internas entre la ANC sudafricana, que me recuerda mucho al PRI mexicano. Allí podemos ver: “Desde 1994, los sindicatos llevan adelante una lucha intensa en el propio ACN: se oponen a su gestión económica liberal, una decisión política que Nelson Mandela tomó en 1996 sin consultar a las bases y que está marcada por el abandono de un vasto plan de reconstrucción y desarrollo. Tanto los sindicatos como el ala izquierda del ACN acusan a la dirección del partido no sólo de haber hecho demasiadas concesiones, sino también de haber favorecido el surgimiento de una burguesía negra constituida por las familias de los hombres del gobierno” (p. 13).
Continúa “La universidad de Beirut, un compendio de historia” de Marie Kostrz que hace un recuento de una universidad privada libanesa, de las más prestigiosas, motor político en el pasado y hoy día cooptada por la élite, pero que aun así sigue en un modelo de formación laica y liberal interesante. ““Entre los estudiantes actuales, el 90% pertenece a la clase alta”, lamenta Sari Hanafi, profesor de sociología. En 2009, los estudiantes se manifestaron contra un nuevo aumento del costo de matrícula; en vano” (p. 15).
El escrito “Palestina, un continuo volver a empezar”, de Alain Gresh, sobre los cambios en el movimiento palestino en sus justas reivindicaciones frente a Israel. Podemos leer: “El movimiento BDS, lanzado el 9 de julio de 2005 impulsado por 171 organizaciones no gubernamentales, marca una etapa en la historia de palestina: el relevo por parte de la sociedad civil frente a la potencia de las fuerzas políticas” (p. 17). Igualmente, aquí se transcribe algo que dijo el general estadounidense David Petraeus, quien termina reconociendo la dificultad para EEUU de seguir ignorando a Palestina: “La cólera árabe por la cuestión palestina limita el poder y la profundidad de nuestras relaciones con gobiernos y pueblos en esa zona y debilita la legitimidad de los regímenes moderados en el mundo árabe. Al Qaeda y otros grupos militantes explotan esa cólera para movilizar” (p. 18).
Continuamos con el informe especial del periódico sobre la “Apatía democrática en Europa”. El primero de los textos del informe es “Patología de la democracia” de Evelyne Pieiller. Un excelente trabajo que resumen el estado actual de la cuestión por parte de la filosofía política. Resalto: “El funcionamiento del gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo es hoy centro de todas las críticas. Los análisis sobres los límites y las derivas de la democracia responsabilizan a la incapacidad de la política o incluso del propio pueblo. ¿Estaremos condenados a elegir entre oligarquía y populismo?” (p. 20). “En otras palabras, la nación ya no es más portadora de la voluntad general, sino de una acumulación de deseos particulares” (p. 21).
Con “El laborismo se juega la supervivencia”, escrito por Paul Mason, tenemos un buen estudio sobre la coyuntura política del partido laboralista inglés, un partido que ni Corbyn ha podido disciplinar. Del texto me llama la atención: “Para la vieja guardia liberal del partido, evidentemente está fuera de discusión tomar esas ideas en serio. El libreto era más refinado: se trataba de simular aceptar las recomendaciones de McDonnell a fin de contener al ala izquierda del partido y, luego, abandonarlas punto por punto con el correr del tiempo, antes de la proclamación oficial de un programa reorientado al centro. Pero ese plan falló. Un viejo bonzo liberal del partido recibió tal impacto al leer el anteproyecto de su equipo, horrorizado, “filtró” el documento entre sus amigos periodistas de los diarios de derecha” (p. 23). Y, finalmente, concluye que “el neoliberalismo y la falta de compromiso político se alimenta recíprocamente” (p. 23) y que “Cuanto más permanezcan los tories en el poder, vendiendo el concepto de ‘cada uno a lo suyo’, más perderán los ciudadanos la noción del interés colectivo” (p. 23).
Sigue “Guerra de pobres contra los más pobres” de Willy Pelletier. Aquí se analiza cómo el neoliberalismo aumenta el descontento ante la política, lo que favorece a partidos de extrema derecha en Francia. Dice el texto: “Sin embargo, es urgente. ¿Cómo se hace para reconstruir el interés común en los sectores populares y promover nuevas visiones de mundo, ya no etno-raciales sino fundadas sobre una identidad social? En 1900, entre la fábrica y sus hogares, los obreros pasaban por el bar y, mientras compartían tragos y juegos, se contaban, entre risas y amarguras, sus jornadas de trabajo, sus choques con el patrón, intercambiaban ideas para encontrar soluciones. Estos bares, que contribuyeron a la politización popular, socialista o libertaria, tendrían que resurgir” (p. 25). Sigue con la idea de que estamos ante una erosión de lo público, que es una especie de círculo vicioso, pues esa erosión facilita que los culpables de la misma aumenten su poder.
El artículo “Una segunda vuelta puede esconder otra”, de Pierre Rimbert, expone la participación política de los medios de comunicación franceses a favor del candidato conservador y su furia con el candidato de izquierda para las últimas elecciones presidenciales. Vemos en el artículo: “En las últimas elecciones presidenciales en Francia, los medios de comunicación tomaron posición, apoyando o denostando a alguno de los candidatos. Esta práctica, usual y mundial, expone los medios como actores políticos” (p. 26).
El texto “La negación de los cuadros del régimen de Ben Ali” de Jérôme Heurtaux, se pormenoriza el comportamiento de la élite política tunecina que acompañó al régimen dictatorial derrocado en el 2001. Importante: “De hecho, estas entrevistas dejan ver las tres figuras retóricas más importantes de la negación definidas por el sociólogo Stanley Cohen: la negación literal (“eso no pasó”), la negación interpretativa (“eso sí pasó, no es lo que usted cree”) y la negación de implicación (“eso sí pasó, es exactamente lo que usted cree, pero yo no soy responsable”) (p. 27). Igualmente, ““A veces el fin justifica los medios”, afirmó uno. “Para hacer que crezca esta bella planta que es la democracia, primero hay que desmalezar”, precisó otro” (p. 27).
El trabajo “Bielorrusia desconfía de su “hermano mayor”” de Ioulia Shukan señala las dificultades de Bielorrusia y su autoritario presidente para seguir aparentando ser neutral ante Occidente y ante Rusia. Podemos leer: “La inestabilidad en la vecina Ucrania le ha permitido al presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, mejorar las relaciones con Bruselas. Pero este acercamiento despierta suspicacias en Rusia, que amenaza con represalias en la provisión de hidrocarburos” (p. 28).
Seguimos con “El jugo de tomate lubrica máquinas”, cuyo autor es Rick Fantasia. Este buen artículo informa sobre el ícono del capitalismo que es la pasta de tomate y sus consecuencias globales. Es un gran trabajo que, desde algo concreto, refleja problemáticas mundiales. Aquí se lee: “Surgidas en el siglo XIX en Estados Unidos, la lata de sopa de tomate Campbell y la botella roja octogonal de Heinz de las que se venden anualmente 650 millones de unidades a través del mundo-compiten con la botella de Coca-Cola por el primer puesto como símbolo del capitalismo” (p. 31).
Pasamos a “La NBA lejos del sueño americano” de Julien Brygo, que inicia señalando el mito estadounidense de que el básquet permite a los pobres afroamericanos alcanzar el sueño americano, para luego, con datos, concluir que no es cierto. “Para los millones de jóvenes estadounidenses que sueñan con un ascenso social a través del básquet y que no nacieron en esta aristocracia atlética, no basta con “trabajar duro” (p. 33). “Paradójicamente, al adueñarse del poder en este campo, la comunidad negra resultó encerrada por los arquetipos sociales impuestos por los discursos mediáticos: el gánster, el rapero y el basquetbolista” (p. 33). Un excelente trabajo de periodismo investigativo.
El artículo “Recuperar la risa de Bertolt Brecht”, de Marie-Noël Rio, expone el purgatorio al que hoy día se somete a Brecht, porque con su teatro político no se puede seguir la ideología moralizante, a la vez que apolítica, del arte contemporáneo. Veamos: “Barthes resalta en algunas de las características del teatro de Brecht: “[N]os dice , desdeñando toda tradición, que el público sólo debe identificarse a medias con el espectáculo, de modo que ‘conozca’ lo que se le muestre en él, en vez de sufrirlo; que el actor tiene que colaborar a que se forme esta conciencia, denunciando su papel, no encarnándolo, que el espectador no debe nunca identificarse completamente con el héroe, de modo que pueda seguir siendo libre de juzgar las causas, y más tarde los remedios, de su sufrimiento”” (p. 34). Y sigue: “Más que una exclusión deliberada, se trata de un purgatorio. ¿Cómo podría tener Brecht un lugar en una sociedad en la que la historia colectiva desaparece en beneficio de los relatos individuales y en la que la lucha de clases se funde en el “vivir juntos”?” (p. 35).
Por su parte, el texto “El siglo de las mentiras”, de Carlos Fajardo Fajardo, uno de los mejores de este número, hace un rápido pero interesante recuento de la crisis de la democracia actual por medio de la emocracia, la democratización mediática de la falacia y por el miedo. Dice el texto: “En noviembre de 1946 Albert Camus público en Combat su artículo “El siglo del miedo”, donde aseguró que “nuestro siglo XX es el siglo del miedo […] y aunque el miedo no puede ser considerado ciencia, no cabe duda de que, sin embargo, es una técnica” (p. 35). “La era de las mentiras también es caldo de cultivo para que se multiplique una cultura política basada en lo que hemos llamado Emocracia global, aquella donde prospera fuertes sensacionalismos demagógicos, pasiones y emociones populistas, desafiante de cualquier actitud sensata y racional, cualquier respeto a la diferencia” (p. 35). “En su libro De la dictadura a la democracia (2013) Sharp sintetiza las técnicas de los llamados “globales blandos” en cinco puntuales pasos. En el primero de ellos se lee: “buscar la promoción de acciones para generar un clima de malestar social en el país, desarrollando matrices de opinión sobre problemas reales o potenciales, mediante los medios de comunicación”; en tanto el segundo propone “hacer denuncias, fundadas o no –ejemplo: falta de liberta de prensa, desconocimiento de los derechos humanos, etcétera-, que comienzan a “erosionar la base de apoyo del gobierno, apuntando a crear un descontento social creciente”” (p. 35).
El escrito “Karl-Otto Apel, o la palabra como responsabilidad”, de Leonardo Tovar González, hace un pequeño recuente de la importancia de Apel, de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt, sus debates con Dussel y su importancia para Colombia. Me llamo la atención: “Heredero con iguales credenciales de Kant y de Heidegger, Apel corrige el sujeto-centrismo del primero revelando con el segundo que la comprensión humana sólo acontece en el horizonte intersubjetivo del lenguaje, pero en contrapartida enmienda los riesgos irracionalista de la ontología heideggeriana al reivindicar con el filósofo de la Ilustración las pretensiones universalistas de la racionalidad como presupuestos irrevisable de la verdad cognoscitiva y la corrección moral” (p. 36). Agrega que los “éxitos relativos como la firma de la paz no son motivo para declarar el triunfo de la ética discursiva entre nosotros. Sobre todo, porque a diferencia de la situación idealizada de la apeliana comunidad ideal y sus interlocutores sensatos y generosos a plenitud, los efectivos participantes de las comunidades históricas estamos sometidos a la irracionalidad de nuestras pasiones, a la parcialidad de nuestros intereses y al vaivén de las circunstancias” (p. 37).
Pasamos a la reseña “Las izquierdas deben perder el miedo y forzar al capitalismo a volver a tener miedo” de Philip Potdevin, sobre el libro de Boaventura se Sousa denominado “Trece cartas a las izquierdas”. Una buena reseña, donde podemos leer: “diversidad de factores, entre ellos la concentración de la riqueza, el autoritarismo desplegado como arma fundamental de las potencias para conservar sus privilegios, la violación de los derechos civiles del conjunto social vía el espionaje abierto de las agencias de seguridad de diversidad de países; el emporio de la desinformación; la corrupción como proceder “legítimo” a la hora de administrar lo público por parte de los políticos y gobernantes, etcétera” (p. 38). “Mejor Estado, siempre; menos Estado, nunca” (p. 38).
Y termina el periódico con “Los años locos” de Serge Halimi que ratifica una vez más que la actual izquierda partidista ha perdido su rumbo: “la izquierda y la derecha francesas aplican en efecto cada cual a su turno la misma política desde 1983” (p. 40).
Como siempre, es un gusto leer un periodismo no arrodillado al poder y al capital, que analiza a la par que informa, por lo que no se queda en los formatos descriptivos y poco molestos. 2018-04-17.
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