Le Monde Diplomatique, No. 172 (versión Colombia), noviembre de 2017



En este número, hay varios artículos dedicados al tema del nacionalismo. Empezamos con “La cuestión nacional, pendientes a la colombiana” de Carlos Gutiérrez. Empieza el trabajo muy bien, indicando las trampas del nacionalismo en Europa, para terminar un discurso poco convincente, a mi modo de ver, sobre la forma en que deben ser integrados a la “nación colombiana” las comunidades afro e indígenas: “Así, con la integración de afros e indígenas, en toda la línea de la palabra a la nación colombiana, se pudiere cubrir la deuda histórica acumulada con ambas poblaciones de modo que el país avance hacia su cohesión como nación” (p. 3). En primer lugar, ¿hay una nación colombiana? En segundo lugar, ¿los afros y los indígenas desean ser integrados a la nación? En fin… más preguntas que respuestas.

Pasamos a “Cataluña contra Catalunya” de J. Ignacio “Iñaki” Chaves G. Ratifica que el nacionalismo, por lo menos en la actualidad, es una trampa que nos impide ver y reflexionar problemas mayores, como la forma económica que ha adoptado el mundo. Ante los nacionalismos, la cordura: “La cordura es una estrecha senda que discurre por la cresta de una montaña, entre dos precipicios, entre dos concepciones extremas” (p. 3).

En el artículo “México, la tiranía invisible” de Benjamín Fernández se narra la historia de fraudes electorales en México, todo para garantizar la “dictadura perfecta”: “Tres años antes de la elección de 2012, Televisa y Televisión Azteca fabricaron para el candidato del PRI un relato televiso de acuerdo al código de la telenovela mexicana” (p. 5). Agrega: ““La dictadura perfecta no es la Cuba de Fidel Castro: es México, porque es una dictadura de tal modo camuflada que llega a parecer que no lo es”. La frase del premio Nobel de Literatura peruano Mario Vagas Llosa”. Entre las cosas a hacer, está la urgente necesidad de regular la publicidad de las entidades públicas.

Con el escrito “Unos votan, otros hacen trampa” de Luis Alberto Rygada, se hace más énfasis en la situación dramática de las elecciones mexicanas. Aquí se deja en claro los fraudes recientes en la historia electoral de dicho país. ¿Qué hacer entonces ante la “dictadura perfecta”?

Pasando a “¿Y si funciona? (Elecciones Argentina 2017)” de José Natanson, encontramos allí un juicio moderado, certero y preciso sobre Macri y el neoliberalismo. Me gustó este trabajo porque no juzga al neoliberalismo desde la ideología, sino desde los argumentos, señalando que ha servido para algunas cosas pero poco o nada para otras: “El desastroso impacto en el largo plazo de las dos experiencias más conocidas de reforma neoliberal tiende a ocultar el hecho de que fueron, durante muchos años y por recurrir a su adjetivo favorito, exitosas: Ronald Reagan y Margaret Thatcher asumieron en un contexto de crisis del modelo estadocéntrico de la posguerra y tras una serie de decisiones draconianas consiguieron bajar la inflación, recuperar el crecimiento y, en una primera etapa, reducir el desempleo” (p. 8).

El artículo titulado “Seattle, laboratorio de la ciudad creativa” de Bernoît Bréville se explica cómo la prédica de la tolerancia permite hacer buenos negocios (¡la tolerancia sirve hasta para eso!); sin embargo, la imagen de Seattle como ciudad progresista y tolerante (para atraer habitantes con cierto estilo de vida, que promoviesen el desarrollo económico de la ciudad), trajo un retroceso en ciertos aspectos sociales. “Utilizadas para atraer a los jóvenes talentos, las invocaciones a la diversidad étnica y sexual se traducen indirectamente en un retroceso a la diversidad social” (p. 11).

El escrito “La esperanza viva de la unidad árabe” de Hicham Alaoui, nos informa sobre las dificultades y retos para una posible integración árabe, que hoy día sólo se daría desde adentro, luego de una profunda democratización de sus sociedades: “Tan indispensable como difícil, la integración económica y política de los pueblos árabes enfrenta obstáculos que parecen insalvables. Las enormes diferencias demográficas, educativas y de recursos naturales más las tensiones ideológicas alejan la posibilidad de asumir conjuntamente los costos de la integración” (p. 12). Agrega: “la mayoría de los regímenes que lo componen no podrían firmar un pacto de paz y de cooperación regional sin antes redefinir previamente el pacto que liga a cada uno de ellos con sus propios ciudadanos. Una reconfiguración orientada a un menor autoritarismo y mayor democracia” (p. 14).

Pasamos, nuevamente, a una serie de trabajos sobre el tema catalán: Empezamos con “Las raíces de la crisis en Cataluña” de Sébastien Bauer. Con este escrito me queda claro que el nacionalismo es la trampa para mantener en el poder a movimientos corruptos y desviar la mirada sobre problemas más graves. En el caso Rajoy el tema catalán le ha caído como anillo al dedo para mantener a su partido en el poder; en el caso catalán, el nacionalismo evitó que se mirase más el tema de la corrupción interna y el desbarajuste social derivado de las políticas adoptadas hace más de una década por el partido que ahora atiza las brasas. Lo único claro de ese problema es que la constitución ha quedado obsoleta: “la crisis catalana constituye una forma de territorialización de conflictos nacidos en otras partes” (p. 16).

Francesca Gargallo Celentani, en su escrito “Cataluña: reflexiones sobre autoritarismos de Estado y nacionalismo”, se pregunta por la idea de Estado-Nación en la actualidad, en especial si es un concepto aún necesario para la vida política de las comunidades. Entre las frases más relevantes, tenemos: “Ettiene Balibar nos enseñó que todas las organizaciones racistas actuales se niegan a ser llamadas así, reivindicado ser nacionalistas” (p. 19); “Wallerstein empezó a señalar la crisis terminal de lo que denomina “sistema mundo”, eso es la organización planetaria del capitalismo. El sociólogo estadounidense señalaba que: “El sistema-mundo moderno nació, por razones que habría que explicar, de la consolidación de una economía-mundo, por lo que tuvo tiempo para alcanzar su pleno desarrollo como sistema capitalista. Debido a su lógica interna, esta economía-mundo capitalista se extendió más tarde hasta abarcar el globo, y en este proceso absorbió a todos los minisistemas e imperios-mundo existentes. Así, hacia finales del siglo XIX existía por primera vez en la historia un único sistema histórico; nos encontramos todavía en esta situación” (p. 19).

El texto “La izquierda radical avanza en Valonia” de Sébastien Gillard, señala cómo el ascenso del comunismo en Valonia se debe a una revisión de los tradicionales mecanismos de acción y cómo dicho resurgir supuso que la centro izquierda asumiera posturas más fuertes en relación con la derecha, para no perder su electorado. Dicho con otras palabras, pone en evidencia la necesidad de modificar los discursos políticos de la izquierda, si de lo que se trata es ganar elecciones.

Por su parte, el artículo “En Bélgica, separatismo velado”, hecho por Paul Dirkx, analiza  cómo el partido nacionalista flamenco está destruyendo la unidad estatal y las funciones del gobierno federal desde dentro: “el partido nacionalista aprovecha puestos que controla para desmantelar de facto el Estado belga” (p. 22).

Ya pasando a los escritos por fuera del especial del nacionalismo, encontramos a Laura Raim, quien con su “‘Techo de cristal’ a la israelí”, expone el estado actual del feminismo israelí, con dos grandes conclusiones: el discurso de la lucha contra el terrorismo ha sido perjudicial para la reivindicación de los derechos de las mujeres, y la diferencia en el trato a las mujeres si son judías-europeas (askenazi), judías-árabes (mizrajíes) o árabes-palestinas. Vemos en dicho escrito: “No es casual que los grandes avances legislativos para las mujeres coincidan con los años Oslo y cierta desmilitarización de la sociedad: se tenía el derecho a hablar de otra cosa que no fuese de seguridad” (p. 25).

El trabajo “La rebelión de las domésticas” de Julien Brygo narra las consecuencias de un enfrentamiento entre una empleadora y una empleada doméstica en la India, que generó un movimiento pre-sindical y una asonada. Lo que más me interesó del texto son dos afirmaciones: i) el reclamo de los derechos casi siempre ha nacido de organizaciones surgidas aleatoriamente, como en este caso; ii) la importancia del cambio de mentalidad en las clases altas y medias en relación con el servicio doméstico (ya no es tanto un tema de diferencia social, sino de “compra” de tiempo encargando las labores domésticas, por horas, a otras personas). Aquí puede leerse: “Los empleadores ya no quieren una presencia constante en el interior de sus hogares. Simplemente desean delegar tareas pesadas y ganar tiempo” (p. 27). “Las conquistas sociales siempre empiezan de esta manera, sin consigna clara, excepto la de salvar el pellejo” (p. 28).

El artículo “Sobre miedos y deshumanizaciones” de Carlos Fajardo Fajardo expone que el neoliberalismo vive gracias al miedo que nos inyectan continuamente los medios. Lo peor es que ese miedo nos hace seres fracasados, deprimidos, facilitando así la colonización de nuestras vidas. Veamos: “nos transformamos en seres depresivos y fracasados, autoexplotados, autoextenuados por tratar de dar la talla que exige el neoliberalismo; hombres y mujeres con un profundo sentimiento de culpabilidad por su fracaso y, al decir de Bauman, con una “insuficiencia vergonzante que los despoja de cualquier vestigio de autoestima, a lo que contribuyen su infortunio y su humillación””, citando a Bauman (p. 29).

Rémi Carayol, en su escrito “La gran batalla de los OGM en África”, expone las estrategias de Monsanto para ganarse el mercado africano. El gran peligro de los Organismos Genéticamente Modificados, estriba en los peligros ambientales que conlleva (especialmente porque impone el monocultivo) y económicos (empobrecimiento del campesino, volviéndolo un obrero del campo). Aquí se puede leer: “Un exejecutivo de África Occidental en Monsanto lo admite aparándose en el anonimato: “Esos productos no tienen ningún interés económico para las empresas. La judía de careta no representa nada a la escala de Monsanto. Eso les permite sobre todo mejorar su imagen ante los responsables de la toma de decisiones –más propensos a enterase por ese tipo de cultivos locales y, por lo tanto, a favorecer las leyes que abran la puerta a los OGM–, pero también a crear vínculos con los investigadores” (p. 31). Es importante ver, agrego, como las grandes multinacionales ya están haciendo sus jugadas a largo plazo, en un escenario de superpoblación.

El texto “Llamar a una victoria por su nombre”, escrito por Serge Halimi, explica el porqué del éxito de Le Monde, en un ambiente de crisis generalizada de los periódicos a nivel mundial: no se han dejado seducir por el poder, convirtiéndose en un referente de buen periodismo para sus lectores en todo el mundo. Escribe Halimi: “Porque nuestros “colegas” terminaron por comprenderlo: el descrédito del político obtuso que se despacha su conformismo intelectual mancilla ahora la reputación -y por lo tanto el valor mercantil- de la prensa que lo acompaña como si fuera su ventrílocuo. Los dirigentes editoriales entonces escogieron poner de manifiesto otra figura profesional, que impugnamos en la misma medida, la del reportero neutro, sin ideología, “descriptador”, “decodificador”, a quien “no lo engañan”, que salta e de una convicción a otra, que pretende no comprometerse nunca” (p. 33).  No te preocupes -canta la rapera francesa Keny Arkana- Deja que te acunemos en voz baja Deja que te contemos historias Deja que reflexionemos en tu lugar, mientras tú te diviertes”. Estos pocos versos resumen el periodismo que nosotros combatimos” (p. 33). El buen periodismo, en cierta medida, terminó siendo rentable.

Pasamos a “Ciencia universal y ciencia nacional” de Carlos Eduardo Maldonado. El autor señala, con el ejemplo soviético (a 100 años de la revolución), la importancia de la ciencia para una sociedad política y económica. Entre las ideas importantes, está la siguiente: “No en última instancia, la impresión de libros, la creación de revistas y la realización de eventos académicos y científicos se tornaron cada vez más prolíficos a partir de 1917 y durante los años siguientes” (p. 35). Apoyar la ciencia es, en el fondo, apoyar sus medios de difusión: eventos, libros, revistas, etc. Sigue: “La revolución de 1917 construyó sobre el resorte social y cultural que había pero también lo transformó. La ciencia tiene, al fin y al cabo un resorte nacional. Sin él es imposible alcanzar ninguna universalidad de cualquier tipo” (p. 35).

El artículo “El ingreso básico en la economía de los robots” de Francesca Bria, expone las consecuencias de la mayor mecanización de los puestos de trabajo, que implicará un aumento del desempleo y de los derechos laborales y sociales de las personas, justo en momentos en que crece la población mundial (superpoblación). Esto ha llevado a que desde muchos sectores se defienda una consigna inicialmente marxista (Lafargue): un ingreso básico para todas las personas. “Nos enfrentamos ante un colapso estructural del contrato social del siglo XX (la democracia social del New Deal), que proveía cobertura y protección a los trabajadores y una redistribución entre renta y mano de obra a través de salarios mínimos negociados por el Estado, acuerdos colectivos que involucraban a los sindicatos y, por supuesto, una estructura impositiva poderosa. Ese pacto social ya no se sostiene y hoy se consolida una nueva generación que se siente cada vez más excluida” (p. 36).  “El mercado laboral se ha convertido en mercado-subasta que no les da ninguna seguridad a los trabajadores” (p. 37). “El salario básico no es la solución a la crisis global actual, sino una base” (p. 37).

En las reseñas de libro, hay una que me llamó la atención. Es la reseña de Nazaret Castro al libro “Los que esperan” de Daniel Wizenberg: “Y si algo falta es contexto en el periodismo de hoy -afirma Wizenberg- en esta era de la desinformación de trending topics donde las noticias se presentan como hechos aislados, donde entre tanto árbol no hay tiempo para pensar en bosques, y lo que queda es el análisis facilista y dicotómico que divide entre refugiados y terroristas, héroes y villanos, ocultando a las personas reales, esas que son buenas y malas a la vez, esas que “más que estar, son” en esas circunstancias que desde fuera nos parecen espeluznantes, pero que se han convertido en su rutina. En sus vidas. Y esperan” (p. 39).

De nuevo, me siento complacido de un periodismo analítico que, por dar argumentos, me permite crear mi propia mirada de los fenómenos sociales de los que allí se informa. Me alegra saber, además, que hay lectores que valoran este tipo de periodismo. ¿Cómo sería el mundo de los medios si lectores que buscan información argumentada fuesen la gran mayoría?

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