Le Monde Diplomatique, No. 165 (versión Colombia), Abril de 2017

Le Monde Diplomatique, No. 165 (versión Colombia), Abril de 2017

Una vez más, me deja satisfecho la lectura de este período. Aquí mis comentarios al respecto.

Inicia con el artículo “Colombia. Sonidos e intereses de la paz” por Carlos Gutiérrrez M. Aquí se expone cómo el proceso de paz ha fortalecido de alguna manera al Establecimiento neoliberal, a la vez que le preocupa el futuro de seguridad, en especial frente a los líderes sociales, algunos de los cuales han sido asesinados con gran impunidad. Se puede leer en este artículo: “Al tiempo de la imposición de este perfil agrario, que nos obliga a continuar viviendo en los siglos XIX y XX, como una evidencia más de que el establecimiento sí combina todas las formas de lucha […]” (p. 2). “Las diferencias persistentes entre dos sectores del establecimiento (santismo y uribismo) ya no son sustanciales; simplemente están alimentadas por apetitos de poder, formas de proceder y necesidades de cubrirse con el aparato del Estado por parte de uno de estos” (p. 3, el texto entre paréntesis es nuestro).

Sigue el texto “Democracia y paz, espejismos en el régimen neoliberal” por Enrique Santos Molano. Sostiene sucintamente que estamos en un régimen neofeudal a la vez que neoliberal: “Vivimos en un régimen neofeudal (su verdadero nombre) […]” (p. 3).

Continua el periódico con “Don Floro y el ave fénix de alas maltrechas” escrito por Philip Potdevin. Es un buen análisis de la debilidad estructural del Acuerdo de Paz de la Habana, en especial por la ignorancia generalizada de los graves problemas económicos del país. Este texto me recuerda, una vez más, que la economía se ha vuelto un saber tan propio, tan de sí mismo, que no puede reducirse a la política ni a la historia. En este artículo podemos leer, explicando la victoria del No en el referendo sobre el proceso de paz en Colombia: “Es decir, las partes dilapidaron su combustible, credibilidad e imagen en la consecución del Acuerdo, y malgastaron las reservas de capital político para lo que vendría después. El espíritu triunfalista tras la firma del primer Acuerdo Final, así como de los puntos 4 y 6, obnubiló a las partes e impidió que vieran que la derrota en las urnas era no solo factible sino hasta muy probable” (p. 4). Más adelante: “[…] una atención demasiado concentrada sobre los valores económicos y políticos deja en la marginalidad el elemento cultural de la vida humana” (p. 5). También: “Violencia es como se debiera llamar ese país de nombre equivocado, y sus habitantes violentanos, y los académicos que lo estudian en las universidades norteamericanas, violentanólogos”” (p. 5).

Otro interesante trabajo es “La ofensiva legal del imperio” de Jean-Michel Quatrepoint. Expone magistralmente sobre cómo la agresividad jurídica y judicial de Estados Unidos ayuda a aminorar la competencia exterior de sus multinacionales. Es decir, los jueces y el gobierno federal están marcadamente apoyando el crecimiento económico de las multinacionales estadounidenses, en detrimento de un libre mercado que, supuestamente, dicho país defiende. Dice así: “En consecuencia, los instrumentos de esta ideología, la moneda (el dólar), el idioma (el inglés), el derecho (el common law, por su oposición al derecho escrito continental europeo), están destinados a imponerse a todos” (p. 6). “Se necesita mucho dinero para mantener a más de un millón de abogados –uno cada trescientos habitantes-. Imponiendo sus leyes a los demás países, Estados Unidos procede pues a lo que algunos califican de extorsión” (p. 7).

Sigue el artículo “Dinamarca periférica” por Nicolas Escach. Si bien es un trabajo local, para el caso danés, deja en claro las posibilidades de desarrollo humano de la periferia frente al centro político. Aquí podemos leer: “Librarse de la congestión de las grandes aglomeraciones, alquileres ventajosos, sinergias estrechas entre las diferentes estructuras, proximidad con la naturaleza: otras tantas ventajas para innovar fuera de la metrópolis, en el turismo, la agricultura o las nuevas tecnologías” (p. 9).

El texto “Sancionar a los clientes parar erradicar la prostitución” por William Irigoyen, nos invita, sin tomar partido, a reflexionar sobre las respuestas ante el problema de la prostitución que tienen dividida a Europa. ¿Prohibir (Francia) o reglamentar (Alemania)?: “¿Es coherente tener hoy en Europa personas de izquierda que defienden los derechos de los trabajadores mientras adoptan posiciones neoliberales cuando se trata de legislar sobre la prostitución?” (p. 10). “Con Internet, la prostitución dejó la esfera pública” (p. 10). “El ‘modelo alemán’, lejos de protegerlas, resultó ser ‘el infierno en la tierra’, para las mujeres […] Puede observarse una industrialización de la prostitución” (p. 11). ¿Qué hacer? En mi opinión, la prostitución ya no se concentra tanto en las mujeres vulnerables que recorren la calle sometidas a las mafias de sus “protectores”. Ya la prostitución ha migrado a otras facetas, como es el tema de las “prepagos” colombianas, por dar un caso. Prohibir la prostitución, penalizando el consumo, puede condenar a las prostitutas a lo más infernal de los círculos mafiosos, pues este negocio no podrá ser erradicado. No repitamos los errores cometidos de penalizar el alcohol o las drogas.

Continuamos con “Guerra informativa” de Maxime Audinet. Analiza cómo la RT (medio de comunicación ruso) se enfrenta al unilateralismo informático estadounidense y europeo-occidental. Explica, además, cómo el soft power aparece mediante este apoyo gubernamental a ciertos medios. “¿Usted vio muchos ejemplos de cobertura objetiva? […] La objetividad no existe: hay tantas aproximaciones a la verdad como voces posibles, afirmaba, en el Spiegel Online, una Simonian que prefería la celebración del pluralismo a las proclamas de imparcialidad (13 de agosto de 2013)” (p. 13). De aquí resalto la importancia del pluralismo mediático: no para saber la verdad objetiva, pues no la hay y si la hay no nos la darán, sino para evitar el monopolio de una forma de decir una verdad.

Otro texto es “La diplomacia pública”, también por Maxime Audinet: “Un gran número de países volvieron a adoptar estas políticas de refuerzo de su soft power, concepto que Joseph Nye definió en 2004 como “la capacidad para influir en el otro por medio de la atracción antes que por la coerción a lo retribución” (p. 14). La política internacional se mueve más con estímulos que con represión.

Sigue el artículo “La condena del voto útil” por Serge Halimi. Explica cómo la derecha y el partido socialista (PS) franceses, se han alternado en el poder por medio de la postura del “voto útil”, postura que se ha expandido a otras culturas políticas: “Ninguna otra democracia occidental conoce tal concentración de poder en las manos de una sola persona” (p. 40). “Steve Bannon, estratega político de Donald Trump, comprendió la ventaja que la derecha nacionalista podía sacar del desclasamiento social que casi siempre acompaña las celebraciones de la aldea global” (p. 17). “Desde hace más de veinte años, convocar al “voto útil” equivale a presentar a los dos partidos dominantes como escudos contra una extrema derecha a cuyo despegue favorecieron sus decisiones sucesivas y concordantes” (p. 17). “Desde entonces, la derecha no tiene más que superar al PS en cualquier votación, nacional o local, para inmediatamente convertirse a los ojos de casi toda la izquierda en el arcángel de la democracia, la cultura y la República” (p. 17). “La Unión Europea se había vuelto indiferente a las decisiones democráticas de sus pueblos, segura de que las orientaciones fundamentales de los Estados miembros estaban bloqueadas por tratados. A partir del “Brexit” y la victoria de Trump, la política toma su revancha; una Unión de ahora en más febril observa cada votación nacional como si se jugara el pellejo en ella. Ni siquiera la victoria de uno de los dos candidatos franceses investigados por ella la tranquilizará por mucho tiempo” (p. 17). Concluyendo, hacerle creer a los votantes que no vale la pena “perder” el voto en candidatos demoledores del bipartidismo, ha sido la condena política del pueblo francés.

Sigue “La constitución pone freno a Trump” de Anne Deysine. Señala el funcionamiento de los pesos y los contrapesos en la Constitución de Estados Unidos y cómo dicho sistema ha terminado por limitar muchas de las decisiones tomadas por Trump. Para entender mejor el artículo, es necesario conocer algo sobre la constitución federal de dicho país, la cual protege al individuo de abusos del poder. Es por ello que las funciones del gobierno federal se reducen a “Recaudar impuestos, proveer a la defensa común, reglamentar el comercio con los demás países, declarar la guerra, fijar el código de la nacionalidad” (p. 19). Así, el gobierno federal parte de una concepción política limitada, siendo el poder judicial el principal actor de control del gobierno. “Contrariamente a las afirmaciones del presidente, esos recursos judiciales no se relacionan con un “encarnizamiento” de parte de los demócratas (en contra de Trump), sino con el funcionamiento habitual de las instituciones estadounidenses” (p. 19, el texto entre paréntesis es nuestro).

Por su parte, “Los enemigos del pueblo” de Ángela Nagle, pone el dedo en la llaga sobre el populismo, tanto el de derecha como el de izquierda. Pero, el gran problema, es que la cultura política ha terminado por ver con malos ojos al pueblo mismo, fruto del rechazo al populismo. Ese distanciamiento entre la élite política y académica con el pueblo, es el nuevo caldo de cultivo de los populismos contemporáneos. “Los mismos medios sospechados hasta ayer de abrirle el camino a la tiranía de la multitud no tardaron en vehiculizar el odio de las masas a las masas mismas. Los años 1990 marcaron a este respecto un giro: el desprecio por la humanidad adquirió un aspecto de desencanto y de moda, transformando una postura de la contracultura en una tendencia dominante” (p. 21). “Pero ahora, ¿qué tienen para ofrecer los partidarios de la señora Clinton que tratan a la gente de imbécil? Y los nihilistas misántropos de derecha que desprecian a los normis” (p. 21). “Lo que tenemos que enfrentar hoy no es tanto un populismo desenfrenado como un debate confuso sobre lo que ese populismo representa y sobre las aspiraciones que las clases populares pueden alimentar” (p. 21). Dicho con otras palabras, la mirada petulante de las élites formadas frente al pueblo, en vez de evitar el populismo, lo ayudan.

En el artículo “Militarismo, una pasión francesa”, por Philippe Leymarie, se expone las políticas militares que han sido caudal tanto de la derecha como de la izquierda de dicho país: “Sin embargo, cabe preguntarse si no sería tiempo ya de reexaminar la cuestión del activismo bélico francés, en un momento en el que avanza la idea de que ciertas intervenciones propagan el terrorismo tanto como lo combaten, y de poner pausa a las operaciones en el exterior” (p. 22).

Pasamos al texto “México: el chivo expiatorio” de Andrés Manuel López Obrador, quien invita al pueblo estadounidense a revisar las políticas públicas planteadas por Trump: “Las migraciones son fundamentales para todas las naciones y Estados Unidos ofrece el mejor ejemplo. […] Y si no logramos convencer a su presidente, apostamos a que el pueblo estadounidense no tolerará ni el muro, ni la demagogia travestida en patriotismo” (p. 23). Que importante frase: “la trampa de la demagogia travestida en patriotismo”.

En “La trampa de la dependencia”, escrito por James Cypher, nos encontramos con un interesante análisis sobre los efectos negativos del TLCAN para México, al poner su economía en una situación de sumisión. Pero el panorama de una renegociación, bajo las políticas de Trump, sería aún peor. “La oligarquía y la élite política estadounidenses descubrieron de pronto que ellas también podían sufrir las consecuencias de la dependencia económica que le impusieron a la población. ¿Cómo se explica esta situación?” (p. 24). “[…] el auge de la industria mexicana en realidad no enriqueció al país. […] ¿Cuál era la misión del país, tal como la concebía la elite política? El dumping” (p. 25). “Si los disensos en el aparato de Estado estadounidense no obligan a Trump a rever sus proyectos en materia de política comercial, la trampa de la dependencia podría cernirse sobre la elite mexicana” (p. 25).

Con el artículo “Turquía, en la geopolítica regional” de Jean Marcou, podemos comprender de mejor manera la ambigüedad política de Turquía en la compleja red de conflictos e intereses que es el Oriente Medio. Por ejemplo, en el caso de Siria, Turquia es un actor de primera línea, pero con intereses tan propios (golpear los bastiones kurdos), que termina por jugar individualmente: “Al comienzo, este reposicionamiento no fue muy convincente, porque las fuerzas turcas golpeaban con mucha mayor frecuencia a las tropas del PKK en Irak del norte, o del PYD en Siria (a partir del otoño), que las del EI. Sin embargo Turquía, a fines de 2015, y sobre todo en 2016, se convirtió en uno de los primeros blancos del EI” (p. 26).

Asociado a lo anterior, está “Una lenta marcha hacia la presidencialización” del mismo autor, que informa sobre la creciente acumulación de poder de Erdogan, llegando a niveles insospechados de presidencialismo.

Continuamos con “William Morris, un esteta revolucionario” de Marion Leclair. Narra el caso de Morris, un artista y político socialista inglés del siglo XIX que hoy día está siendo recuperado: “Ese mismo año, se podía ver en el pabellón británico de la Bienal de Venecia un mural de Stuart Sam Hugnes en el que se representaba a Morris, superhéroe de la defensa del arte contra el gran capital, levantando con ambos brazos el yate del oligarca Roman Abramovitch para lanzarlo en la laguna” (p. 29). “Porque su interés y su pertinencia para nuestro siglo, en el que “pacotilla” y esclavos de fábrica están lejos de haber desaparecido, radican en el vínculo que Morris establece entre el arte y la emancipación del trabajador liberado de la alienación. Un vínculo que permite pensar el arte de otro modo que como un lujo para privilegiados, e imaginar una alternativa al capitalismo en los colores rojo garanza, amarillo reseda y azul índigo de las tinturas Morris” (p. 29).

Otro buen trabajo es el de Maxime Lancien: “Australia, contra los aborígenes”. Analiza el caso de los aborígenes australianos y el dilema contemporáneo sobre cómo afrontar sus problemas actuales (alcoholismo, pedofilia, etc.) respetando su autonomía cultural y sin caer en las generalizaciones vulgares: “Ese mismo año 1992, el primer ministro laborista Paul Keating pronunciaba en Redfern, un barrio popular de Sidney, un discurso que se hizo célebre: “Somos nosotros quienes despojamos a los aborígenes. Tomamos sus tierras tradicionales y quebramos su modo de vida. Generamos un desastre” (p. 30). “Aunque nadie niega la existencia de casos de pedofilia ni la prevalencia del alcoholismo en algunas comunidades remotas, el racismo y los intereses industriales facilitaron la transformación del hecho en rasgo social, como es el caso dentro de las comunidades autóctonas de Canadá o de Estados Unidos” (p. 31). Como respuesta indígena al colonialismo histórico australiano, tenemos este interesante hecho: “En enero de 1988, doscientos años después de la fundación de Sidney, el militante Burnum Burnum plantaba simbólicamente una bandera de aborigen en Douvres: “Yo, Burnum Burnum, noble de la antigua Australia, tomo aquí posesión de Inglaterra en nombre del pueblo aborigen” (p. 31).

El artículo denominado “Tribulaciones del rock en China” escrito por Léo de Boisgisson, menciona los problemas de la naciente industria del Rock en dicho país, en especial por la censura. Lo importante es ver cómo juzga al Rock occidental a partir de una comparación con China: “Pocos son los músicos que abordan temas sensibles, más aun cuando la censura, bajo la forma de cancelaciones de conciertos o clausuras administrativas, sigue siendo una amenaza” (p. 32). “Hacer rock en China sigue siendo un ejercicio particular, donde los artistas deben maniobrar entre la sensibilidad ideológica y las exigencias del mercado” (p. 33).

Un escrito muy interesante es “¿Ciencias sociales cuánticas?”, de Carlos Eduardo Maldonado. Se trata de un buen recuento de la epistemología occidental, en lo que atañe a lo que las ciencias cuantitativas pueden aportarle a las ciencias sociales: “El problema más importante que plantea esta ciencia (cuántica) tiene que ver con lo que se conoce tradicionalmente como el debate de Copenhaguen (entre Einstein y Bohr, como figuras principales), así: la realidad, ¿posee un estatuto propio independiente de la conciencia, o bien, la realidad es creada por el observador en el momento de la observación?” (p. 35, el texto de los primeros paréntesis es nuestro). “De manera puntual, la realidad cuántica trata de flujos, dinámicas y procesos, antes que de estados y estabilidades, en cualquier sentido. Por el contrario, la realidad clásica se ocupa de estados, cosas, permanencia y equilibrio” (p. 35).

Mundo cuántico Mundo clásico
Los estados cuánticos son discretos El mundo clásico es continuo
Todo lo que sabemos son probabilidades Sabemos de estabilidad, permanencia y equilibrio
Los tiempos cuánticos son vertiginosos Los tiempos clásicos son lentos
El acto de la medición crea y modifica al mismo tiempo al objeto observado Las cosas existen independientemente de la observación (de un observador)
Las correlaciones cuánticas son no-locales (no-localidad) El mundo funciona y se explica a partir de la localidad, en cada caso
La incertidumbre del mundo es ontológica La incertidumbre del mundo es psicológica, emocional o cognitiva
No existe distinción sujeto-objeto La distinción sujeto y objeto es fundamental

“De la tabla anterior, quizás el elemento más destacable de cara a la conexión con las ciencias sociales cuánticas es el hecho de que no existe una realidad exterior al sujeto o al agente, sino que el acto mismo de la observación crea, y al mismo tiempo modifica, la realidad” (p. 35). “Sin establecer oposiciones ni jerarquías de ninguna clases, lo cierto es que las ciencias naturales nos permiten entender qué es la realidad; esto es, la naturaleza y el mundo. Por su parte, las ciencias sociales y humanas nos ayudan a pensar cómo vivir en un mundo semejante. Es absolutamente necesario un diálogo, un aprendizaje recíproco, una interacción permanente entre ambos grupos de ciencias” (p. 35). “Como quedó anotado al inicio de este artículo, las ciencias sociales y humanas corresponden, históricamente hablando, al surgimiento y consolidación de la burguesía como clase social. Esto, análogamente, a la invención de la novela, como género literario” (p. 35). “Pues bien, las ciencias sociales cuánticas no trabajan, en absoluto, a partir de las distinciones entre sujeto y objeto, o entre sujeto y realidad” (p. 35).

En “Cuando Le Corbusier rediseñó París”, de Olivier Barancy, explica la propuesta urbanística de Le Corbusier, una propuesta fascista pero interesante para la historia del urbanismo. Dice el texto: “Una y otra vez, el autor reproduce en sus obras este plan que glorifica la burocratización total de la vida en comunidad” (p. 36). “Anhelaba la “desaparición del proletariado” y quería una “ciudad sin clases” mediante la “organización del suelo en favor de la salud pública”” (p. 36). “¿Cómo? “La casa del hombre moderno (y la ciudad) es una máquina magníficamente disciplinada que aportará la libertad individual –hoy abolida- y la devolverá a cada individuo”” (p. 36). “Y, para terminar, “restablecer, por medio del orden, el juego armonioso del amado trabajo: ¡felicidad!”” (p. 37). “Se trata de una clara equivalencia, típicamente leninista o fascista, del dictador con el revolucionario” (p. 37). Al respecto, ver este trabajo sobre Le Corbusier y Bogotá.

En lo que atañe a las reseñas resalto una: “La tapadera humanitaria”, sobre el libro El Oprobio del Hambre de David Rieff, reseña escrita por Julián Chappa: “La crisis alimentaria mundial es en el fondo una crisis de justicia y no de producción, ya que en realidad el problema no es la disponibilidad de los alimentos sino su asequibilidad, habida cuenta de que el control sobre los mercados de semillas y los canales de distribución ha pasado, al menos en parte, de los gobiernos a la industria agrícola global, mayoritariamente controlada por media docena de multinacionales” (p. 38).

Finalmente, hay un homenaje literario a Cecilia Balcázar, escrito por Héctor Arenas. Extraigo un poema de Cecilia sobre cómo el lenguaje ha caído en la habladuría:

Delirante palabra sin memoria
la palabra vacía
Rápida, irreflexiva sin raíces.
Elocuente. Fluida. No alocuente.
Porque no hay yo ni tú.
Palabra sin objeto. Suelta y sin referente
Sin goznes y sin ejes y sin anclas
No puede dar amor
Promesas y proyectos ilusorios
en los íntimos ritos. En el foro. En la plaza.
Cautiva su finura. Su elegancia
El virtuoso manejo del engaño
Esconde su disfraz una dolencia
Una escisión del alma.
Galope desbocado en ondulante lomo
las palabras innanes. Las palabras ingrávidas
vacíos significantes de viento
vehículos hechizos de un pretendido diálogo
sin interlocutor
vocablos desligados del verbo de los auténticos
vestigios dolorosos
de lejano y arcano desamor.

Una excelente lectura, sin duda alguna. Este periódico enriquece el alma (con los planos estéticos que ofrece) y la mente (por sus buenos análisis).

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