Sobre cómo entretener y formar: la nostalgia de la buena niñez

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Vi “The Jungle Book” (“El libro de la selva”, 1967, EEUU), dirigida por Wolfgang Reitherman [1909-1985], uno de los directores y los animadores más aclamados de Disney, siendo esta película su obra cumbre, superando incluso otros clásicos como Robin Hood (1973) o las Noches de las Narices Frías (1961). El guion es mérito de Larry Clemmons (parcialmente basado en algunas obras de Rudyard Kipling [1865-1936]). La música, por la que se hizo inmortal esta cinta, es obra de George Bruns, Terry Gilkyson y Richard M. Sherman. Esta película narra las aventuras de Mowgli, un niño abandonado en la selva, educado por los lobos, una pantera y un oso. Pero empecemos por orden. Estamos ante una película de culto de la animación. ¿Y por qué de culto si no obtuvo mayores premios en su momento? Podría pensarse que por su origen literario (Kipling). Pero esta no es la razón, porque esta versión dista mucho de la historia original, a un punto tal que sólo podría llamarse como “adaptación libre”. Entonces, los motivos por los que esta cinta ha logrado quedarse en la historia del cine, pasan, por lo menos, por los siguientes puntos: i) la música, que logró atinar con un par de canciones que se quedaron en los cancioneros de niños hasta la actualidad (pienso en la canción de Baloo: “Busca lo más vital”); ii) el guion, a pesar de sus diferencias con la obra de Kipling, es armónico y consistente: a la vez que entretiene, permite un desarrollo dramático importante en sus personajes; iii) porque con base en ella, ha girado la formación de millones de scout a lo largo del mundo (entre ellos, yo), garantizando que siempre exista un público que vea con cariño, con nostalgia, con alegría, esta magnífica película. Además de lo anterior, el filme permite a los niños y a los adultos, meditar sobre la vida misma. La selva representa la vida; la manada, la familia; Shere Khan, los miedos que nos acechan; Baloo y Bagheera, los amigos; y, finalmente, el regreso a la aldea de los hombres, la madurez, pero una que mantiene, con el pensamiento, la alegría, a la vez que la nostalgia por el pasado que forma, por la niñez bien vivida. En cada escena hay pues toda una lección de y para la vida. Es por ello que esta cinta, no solo entretiene sino que tiene un alto potencial formativo. Fue tanto su éxito que Disney hizo un remake de la misma: “The Jungle Book” (El libro de la selva, 2016, USA) del director Jon Favreau (que comenté con muchas reservas en septiembre del 2016). Y como suele suceder, la nueva versión está por debajo de la primera. Finalmente, invito al lector a que no deje pasar por alto la historia original, la de Kipling, pues la magia del cine no logrará, salvo muy pero muy pocas excepciones, superar la lectura de una obra cumbre como lo es “El libro de las tierras vírgenes” [1894]. La recomiendo. 2017-07-05.


1 comentario

  1. Muchas gracias por compartir la reseña. Resulta interesante demás la interpretación y la analogia que realizas respecto a los personajes y contexto con nuestro ambito no solo personal sino de la comunidad. Y quizá lo mejor, ya desde mi punto de vista sea la relación estrecha que existe entre Mowli y la selva en cuanto naturaleza, vinculo que quiza debamos retomar hoy ante el declive al cual se aproxima nuestro planeta.
    Gracias por compartir!

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