Sobre la tragedia de ser éticos en las instituciones de obediencia

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Vi “Kóblic” (Argentina, 2016), dirigida y coescrita por Sebastián Borensztein (su última película fue “Un cuento chino”, 2011). Está protagonizada por Ricardo Darín (quien ya actuó en el 2011 con este director),  Óscar Martínez e  Inma Cuesta,  entre otros. Se trata de un drama, en el esquema del Western, en torno a un capitán de la aviación naval argentina, Tomás Kóblic (Ricardo Darín), en los tortuosos años de la dictadura militar argentina. Tomás deserta al estar inconforme con las órdenes recibidas, y se refugia en el aeródromo de un amigo, encontrado allí el amor y la amistad, pero debe enfrentar a un policía corrupto y a los militares que lo buscan. ¿Qué puede decirse de la cinta? Antes que nada, que hay un drama, una historia de fondo tremenda. La “idea original” es brillante; otra cosa es que el desenlace se quede algo corto. Al momento de sacar de  la “idea” un “guion” es que aparecen ciertos elementos acartonados y predecibles. Creo que al guion le faltó algo más de creatividad. Pero no digo que esté mal. Salvo el final, que no es convincente en modo alguno, el guion es efectivo ante el espectador. Simplemente digo que pudo estar de mejor nivel si se compara con la idea original de los escritores. Otro aspecto, es que Ricardo Darín es todo un monstruo (en un sentido positivo) del cine, pero con esta película observo que este actor, de talla mayor, se interpreta a sí mismo. En las películas que le he visto, sus acciones son similares. Es como si se interpretara a sí mismo ¿Será un problema de versatilidad? En fin, ya pasando a aspectos más de contenido, por decirlo de alguna manera, la película, siguiendo el esquema básico del Western (buenos contra malos en la tierra de nadie), trae de fondo un drama conocido (la represión de la dictadura argentina) pero encarnado ya no en una víctima sino en uno de los militares victimarios. Nos invita a reflexionar sobre los problemas éticos al interior de las instituciones de obediencia premoderna (siguiendo las ideas de Foucault) como el ejército y la iglesia. En estas instituciones, que forman a sus miembros más en la adscripción al colectivo que al individualismo, ser más de la organización que propios, los debates éticos ante las órdenes inmorales se tornan más difíciles de afrontar pues no es sólo rechazar la orden del superior, es negar la adscripción al “cuerpo” que fue previamente idolatrado. No es enfrentarse al jefe, es enfrentarse a la organización misma. De esta manera, en este tipo de “cuerpos colectivos”, es perfectamente posible encontrar individuos con pautas muy claras en una línea, pero una vez son integrados, una vez actúan corporativamente, pasan a marchar bajos otras pautas, a veces contradictorias para un agente externo, pero no para los propios miembros de la institución. Reconociendo esto, es que aparece la heroicidad de Tomás, quien pervierte su formación institucional al darse cuenta de la contradicción: “yo también tengo límites”, dijo en un momento de la película. Pero, si hubiese sido otro el final, habría quedado más claro aún entender este drama como una tragedia en el mejor sentido de Sófocles. El balance final es bueno, a pesar de todo. La recomiendo. 2017-04-06.


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