Este periódico, que presenta información analizada (lo que lo hace un producto diferente, justo por este valor agregado) en comparación de los medios tradicionales, empieza con una reflexión en torno al proceso de paz colombiano: el trabajo de Carlos Gutiérrez, “Una paz grande y una paz buena” (p. 3).
Continúa el periódico con el artículo de Federico Vázquez, “La crisis del posneoliberalismo” (pp. 4-5), que analiza el desplome de los gobiernos socialistas y progresistas de Latinoamérica, lo cual explica en la confluencia de factores externos (por ejemplo, la caída de los precios del petróleo y de las materias primas), la falta de imaginación en la respuesta de necesidades sociales y la dificultad para reemplazar los liderazgos populistas. Lo que más me llama la atención es su afirmación de que los estamentos judiciales, esencialmente conservadores, aumentan su poder a costa del declive de los gobiernos populistas. Este artículo sirve de antesala a el de Marcelo Falak, “El desarrollismo brasileño en peligro” (pp. 6-8), que deja en claro una política de Estado, que se remonta hasta la época de dictaduras, del desarrollismo (siendo esto una diferencia con las dictaduras argentinas), y con base en esto explica la crisis política brasilera y la jugada de limpieza de gastos fiscales hecho por el gobierno de Rousseff que le costó la expulsión de la presidencia, a pesar de ser una maniobra de fraude fiscal ampliamente usada por los gobiernos anteriores. Claro está que el PT no está libre de culpas: “El PT no inventó pero sí amplió los esquemas de corrupción y financiación ilegal de la política preexistentes, su liderazgo no puede eludir la responsabilidad que le toca”. Este ambiente de crisis será aprovechado por los inversores más arriesgados y más peligrosos presentes en el mercado financiero. En esta misma línea está el artículo “Argentina: de nuevo los liberales” de Carlos Gabetta (pp. 10-12), quien hace un buen barrido de la corrupción política en Argentina. Resalto: “Con las variantes del caso, los gobiernos populistas latinoamericanos como el peronismo argentino, ofrecen un “discurso” de izquierdas, pero practican la demagogia, el autoritarismo, el clientelismo y la corrupción Así, no hacen más que arrimar agua al molino de las derechas enemigas de un Estado fuerte, eficiente y transparente, al servicio de los ciudadanos” (p. 11).
Otro trabajo es el de Ignacio Ramonet, “Berta Cáceres, crimen de Estado” (p. 9), sobre el asesinato de la líder ecologista hondureña, quien al oponerse a la construcción de la presa de Agua Zarca marcó su trágico destino. “Y los medios dominantes internacionales (tan dispuestos a poner el grito en el cielo al menor desliz que pudiere cometerse en Venezuela) apenas mencionan ese horror y esa barbarie (la de Honduras)” (p. 9).
Pasando a otro asunto, está el artículo “Donald Trump pone patas para arriba la vida política estadounidense”, de Serge Halimi (p. 40 y 13-14), quien empieza comparando a Trump con el gobernador demócrata de Alabama George Wallace, en épocas de segregacionismo racial. En este sentido, entra a narrar las pugnas internas republicanas en dicho Estado, para dejar en claro como Trump puso patas arriba incluso a su partido. Finalmente, en la p. 14, hay un pequeño agregado que explica la cercanía entre los movimientos cristianos más radicales con el sionismo. Esta cercanía hace creer a los cristianos republicanos que los palestinos son los culpables de sus desgracias y que los israelitas, por más que intentan ayudar a los palestinos, no pueden hacer otra cosa diferente a la que hacen.
Otro buen trabajo de política internacional es el de Akram Belkaïd “Por qué el Magreb sostiene a Al Assad”. La respuesta es que así muchos musulmanes, apoyando al régimen sirio, se ponen en contra de los intereses de Arabia Saudita, Israel y del imperialismo occidental. Esta complejidad lleva a alianzas momentáneas impensables hace poco tiempo, como ver a los sunitas del Magreb más cercanos al Hezbollah que al Estado Islámico (EI), acusado de terrorista. Esto se articula con el artículo “El Hezbollah, dueño de la situación en el Líbano”, de Marie Kostrz. El Hezbollah chiita, enemigo declarado del EI sunita, ha logrado que se identifique Israel-Occidente-EI, como si fuesen caras de una misma moneda. Además, dado el deterioro institucional del Líbano, el Hezbollah es prácticamente el único garante de la seguridad exterior ante el EI y la única red social de asistencia conocida en el sur del país.
Sobre el panorama económico mundial, encontramos el texto de Michael Klare, “Oro negro, onda expansiva planetaria”, quien describe hábilmente cómo la caída del petróleo no sólo llevó al debilitamiento de las grandes empresas petroleras y de los países productores, sino también cómo el viraje industrial a fuentes energéticas más ecológicas se desaceleró por los buenos precios del crudo, y cómo Venezuela es un ejemplo a no seguir por su excesiva dependencia al oro negro, a un punto tal que los logros sociales obtenidos gracias a los buenos precios del petróleo en épocas de Chávez se están perdiendo rápidamente por la caída del precio en tiempos de Maduro. En conclusión, “sólo los que consigan diversificar su producción y encontrar otras fuentes de ingresos se van a poder recuperar de manera duradera” (p. 17).
Sigue un trabajo sobre la inmigración por los Balcanes: “Una nueva cortina de hierro en Europa”, de J.A. Dérens y S. Rico (pp. 20-21), que muestra, con preocupación, cómo las fronteras en el Este de la Unión Europea se cierran cada vez más logrando que antiguos enemigos por las guerras de Yugoeslavia, ahora se vean como aliados en la crisis de los inmigrantes.
Otro escrito, “A la caza de los millones”, de Philippe Leymarie, pone en evidencia el giro político contemporáneo: ya son los gobiernos los que están al servicio de la industria bélica. El caso analizado es la agenda política del gobierno francés para favorecer la venta del caza Rafale en todo el mundo, algo que se explica si se tiene en cuenta que las ventas de armas representan el 40% de la corrupción del comercio mundial (pp. 22-24). Este trabajo se enlaza con “Relaciones incestuosas” de Serge Halimi, que explica con más detalle las relaciones entre los medios de comunicación, cooptados por el capital, con la venta del caza Rafale (p. 27). Aquí también puedo ubicar el texto “La ofensiva comercial de Rusia”, de Olivier Zajec, que muestra cómo Rusia busca recuperar su rango estratégico, algo que va más allá de la presencia militar fuera de las fronteras, pues también toca la estrategia de comercio de armas (Rusia es el segundo exportador mundial de armamento).
Algo asociado con lo anterior, está “Silicon Army” de Thibault Henneton, quien analiza el futuro de Silicon Valley, ahora mucho más cercano a la industria militar de lo que se creería. Tal vez las plataformas digitales no son armas en sí mismas, pero servirán para designar los objetivos militares a ser abatidos, por lo cual urge analizar las consecuencias morales y políticas de su accionar. Sigue en esta misma línea “La militarización del ciberespacio” de Camille François, que deja en claro los peligros de la falta de regulación en el ciberespacio. Citando a Toomas Hendrik Ilves, señala: “A falta de un contrato social en el ciberespacio, este último representa un universo casi puramente hobbesiano: un espacio sin reglas donde, como lo escribe el autor del Leviatán, las vidas de los hombres son “pobres, desagradables, brutales y cortas” [cap. XIII]. Donde lisa y llanamente no hay Estado de Derecho” (p. 26).
Muy importante es el trabajo “Hacia un fracaso de la Corte Penal Internacional” (pp. 30-31) de Francesca Maria Benvenuto, por los pocos fallos emitidos hasta el momento (4 sentencias, una de absolución), su supuesta parcialidad (pues no persigue a todos los actores armados de un conflicto) y su centralidad en África (a un punto tal que la Unión Africana está estudiando la idea de que sus estados miembros se retiren de la CPI).
El artículo “Japonesas hostigadas en el trabajo” de Johann Fleuri (pp. 32-33) analiza la dramática situación de las madres japonesas, pues la mayoría se ven obligadas a abandonar el trabajo, constituyendo todo un “acoso maternal”. Por estas restricciones culturales, las japonesas cada vez se casan menos y la tasa de natalidad cae estrepitosamente.
Pasando al campo cultural, encuentro “El olvido oficial de un genio” de Guy Scarpetta, sobre el olvido consciente que los políticos hacen del director teatral Tadeusz Kantor, quien se caracterizó por su férrea defensa de la autonomía absoluta del arte frente al poder (lo que lo puso en aprietos en épocas de comunismo) y por su propuesta de un teatro deliberadamente subjetivo: “El arte –solía decir- no es ni el reflejo ni la transposición de la realidad; es una respuesta a la realidad” (p. 35).
Sigue “La generación digito-pulgar” de Carlos Fajardo, que analiza la generación de los nativo digitales y la ambigüedad de sus roles políticos, donde hay tanto “indignados en un mundo creado solo para la dignidad de los mercaderes globales” (p. 36) hasta los foto-adictos, que desechan los recuerdos, hechos foto, una vez las comparten en redes. En este contexto se pregunta el autor ¿si es posible contar con ciudadanos responsables en estos tiempos digitales donde hay tanto resistencia como crisis? Considero, por la forma de abordar el problema, que este es el mejor artículo de esta edición mensual.
Entre las reseñas, resalto dos libros: “La gran brecha” de Joseph E. Stiglitz, quien deja en claro que el futuro del capitalismo pasa por gobiernos de izquierda que logren redistribuir la riqueza y por la creación de nuevas prácticas de consumo más amigables con el entorno; e “Historia y verdad” de Paul Ricoeur que plantea “la conflictiva relación entre el historiador y el filósofo desde el momento en que el filósofo busca en la historia el “advenimiento de un sentido” que el historiador rechaza” (p. 39).
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