¿Kelsen
en Colombia?
Desde
hace mucho tiempo existe el rumor de que Kelsen quiso venir a Colombia pero se
le prohibió el ingreso. Este comentario lo he escuchado desde que fui
estudiante de derecho y todos lo que me lo decían lo señalaban con tal ahínco que
era imposible no creerles. Pues bien, en mi trayectoria académica, nunca he
encontrado algo que pueda sustentar tal afirmación (no hay rastro alguno de
esto en la autobiografía de Kelsen, ni en su biografía oficial, ni saben de
ello mis colegas dedicados por entero al estudio de la Teoría pura del
derecho). Entonces, di por hecho que todo hacía parte de los rumores, que son
cientos por demás, que se tejen sobre las grandes personalidades, incluyendo las
del derecho.
Ahora bien, hace
poco, en un muy buen escrito de Camilo Sánchez, denominado “Los expedientesjudíos de la cancillería”, aparecido en la Revista El Malpensante (No. 174,
mayo de 2016, pp. 18-25), revista que, por demás, me gusta mucho, se vuelve
sobre el tema en los siguientes términos: “Un veterano miembro de la comunidad judía de Bogotá, quien pidió no
ser citado, relata que hace unos treinta años
llegó hasta su oficina de la capital un anciano polaco que había logrado escapar de
la guerra a través de Suiza. Tras una consulta de
trabajo, pasaron a charlar sobre diversos temas. El señor
le comentó
que en medio de los trámites para venir a Colombia se encontró en el Consulado en Ginebra con un tipo "muy fino, que hablaba un exquisito alemán". El distinguido personaje le contó que era abogado y académico, y que había vivido la mayor parte de su vida en Austria. Una conversación fugaz entre dos desconocidos
que esperan. Ala salida, una vez aprobado el pasaporte del polaco, se volvieron a cruzar // El eminente profesor, originario de
Praga, le
informó que su petición de visa, con la intención de venir a impartir clases en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Colombia, había sido rechazada. Ni siquiera
la intermediación de su buen amigo, el internacionalista Jesús María Yepes, cónsul de Colombia en
Ginebra, tuvo éxito. "Usted debe saber quién es", le espetó el anciano polaco a la fuente que pidió no ser
citada”. ¡Esa persona sería Kelsen!
Pues vamos por partes. Sánchez, por ética, menciona sus fuentes:
una persona que pide no ser citada (algo así como una fuente secreta), señaló
que otro le contó, en medio de una charla, que vio a Kelsen en el consulado
colombiano pidiendo una visa, pero que le fue negada. Primero la fuente es
demasiado imprecisa, no sólo porque no puede ser corroborada sino porque además
es de oídas. Segundo, suponiendo que sea cierto, del relato no se puede colegir
que Kelsen quería residenciarse en Colombia.
Cuando leí esto, no le presté mayor atención A ESE PUNTO en
específico, primero porque no es un texto científico (es un buen trabajo de
periodismo cultural o incluso de periodismo investigativo, pero no es un texto
académico en sentido estricto), segundo porque el quid del texto de Sánchez no era el tema de Kelsen y tercero porque
las propias fuentes mencionadas por él dejan dudas (en el mundo académico se
trabaja con el principio de verificabilidad). Sin embargo, un reciente escrito
en Ámbito Jurídico de Juan Camilo Restrepo, a quien admiro mucho, da por
sentado que el asunto está prácticamente demostrado por una “investigación” de
Sánchez. Por favor, no le pongamos añadidos innecesarios a lo que hizo Sánchez
frente a su afirmación de Kelsen: él simplemente dejó constancia en su escrito periodístico
de que se trata de un rumor, al que él le da crédito (pues conoce a la fuente),
pero nada más. Repito: eso está muy bien en el plano de un escrito periodístico-investigativo,
si es que así podemos clasificar ese buen escrito, pero no vale como texto
científico o investigativo en sentido estricto. Incluso, si usted respetado
lector, fuese juez (suponiendo que el tema se ventila ante un supuesto tribunal)
¿sentenciaría usted que existió el hecho a partir de lo que dice Sánchez?
El hecho de que alguien diga que conoce a otra persona que dijo
que algo existió, no significa que eso sí existió. ¿Acaso no es esta la
estructura del chime? “imagínate que alguien me contó, pero no puedo decir quién,
que a él alguien le dijo que vio a Pedro haciendo tal cosa”.
Ahora bien, el texto de Sánchez, muy bueno por demás, tiene un
objetivo muy diferente: poner en evidencia el tratamiento discriminatorio y la
terrible política pública de impedir que los judíos perseguidos en Europa pudiesen
viajar a Colombia. Él pone el dedo en la llaga sobre un asunto histórico que
debería avergonzarnos. Desviar ese profundo debate que propone Sánchez a un
tema tan secundario como el de Kelsen, y con pruebas tan frágiles, no es pertinente,
pienso yo. Sánchez, creo, añadió el tema de Kelsen como un argumento adicional (no es parte de su argumento principal: los archivos de la Cancillería) a su intención comunicativa, y actuó
éticamente al dejarle en claro al lector sus fuentes, esto es, reconociendo que
no son determinantes. Sería responsabilidad del lector analizar con claridad
esa información y darle el valor que corresponde dentro del contexto del texto.
Finalmente, no puede descartarse absolutamente que Kelsen haya intentó
venir a Colombia (aunque me suena raro que no haya noticia alguna de ello hasta
el momento). Pero esto exige que aparezca alguna fuente verificable que lo
confirme. Habría que buscar muy bien en los archivos del Ministerio de
Relaciones Exteriores y de la Universidad Nacional de Colombia, aunque el
primero ha señalado que en una búsqueda general no encontraron ningún dato al
respecto (en respuesta a un derecho de petición sobre el tema). Mientras no
aparezca una prueba confiable, no es prudente que sigamos dando cuerda (por
lo menos no desde el mundo académico) a un rumor como si fuese un hecho
demostrado, pues no lo está. Eso sí, invito al lector ya no a preocuparse por
Kelsen sobre si quiso venir a Colombia o no, mejor déjese llevar por Sánchez y
cuestiónese sobre lo que fue la política pública de migraciones en Colombia en
aquella época y sobre sus efectos.
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