¿Homenaje al evasionismo o al compromiso con la humanidad?

www.filmaffinity.com
Vi, de nuevo, “Into the Wild” (“Hacia rutas salvajes”, 2007, EEUU), dirigida y escrita por Sean Penn [1960- ], siendo este su cuarto largometraje. Está basada en el libro de Jon Krakauer en torno a la vida de Christopher McCandless. Merece una anotación especial la música, mérito de Eddie Vedder [1964- ], líder del grupo de grunge “Pearl Jam”. El reparto es de lujo: Emile Hirsch, Hal Holbrook, Marcia Gay Harden y William Hurt, entre otros. La cinta narra las aventuras de Christopher McCandless  (Hirsch), quien renuncia a su cómoda vida para viajar a Alaska, donde espera encontrar la respuesta a todas sus preguntas, incluso las que aún no ha formulado. En este sentido, el filme es, en términos generales, un recuento basado en hechos reales que pivotea entre el drama y la aventura, aunque más específicamente estamos ante el género de Road Movie. La película logró amplios reconocimientos y premios, en especial en categorías como “mejor actor de reparto” (Hal Holbrook), “montaje”, “música” y “mejor actor revelación” (Hirsch). Desde el plano formal o estético, la obra tiene grandes cualidades, destacándose la banda sonora, la fotografía, la ambientación y la trama que permite que el desenlace transcurra de manera entretenida a la vez que impacta en el espectador. Pasando a temas más de contenido, esta cinta es todo un reto interpretativo, en especial porque son posibles dos formas de leer ese viaje de Supertramp, como se denominó a sí mismo McCandless. Una posible primera lectura, claramente bondadosa, sería la siguiente: el personaje está en la búsqueda del sentido de la vida, lo que lo lleva a asumir el viaje con toda entereza. En ese viaje expresa su amabilidad, su disciplina (no solo corporal), su espiritualidad, su compenetración con los ambientes agrestes y su rechazo a lo urbano. Su viaje a Alaska (fisis) no fue para negar el mundo, negar a los otros, sino para encontrarse consigo mismo para luego darse al otro, en tanto siempre tuvo planeado su regreso a la sociedad (nomos). Una segunda lectura sería esta: solo un pequeño-burgués puede pensar que la felicidad se encuentra abandonando la ciudad y el futuro prometedor que le brindaba su familia para adentrarse en la naturaleza y evitar así el infierno que son los otros. Una persona egoísta y poco comprometida, porque se le pierde a su familia y amigos, de un lado, y porque no asume el reto de la vida compartida, del otro. Dicho con otras palabras, el viaje es una huida y el bus que se encontró en Alaska, donde habita Supertamp, sería la torre de marfil que marca su evasionismo. ¿Cuál es la lectura correcta? Eso depende del espectador. No obstante, este filme sirve de excusa para meditar sobre el existencialismo y el vitalismo, posturas que suelen ser presentadas como opuestas, aunque no lo son necesariamente. El paradigma esencial del existencialismo es que no podemos esperar lo mejor del mundo (este es el peor de los mundos posibles, diría Schopenhauer en respuesta a Leibniz) pero esto no niega la opción de la felicidad, la cual surgiría de asumir el infierno que son los otros (Sartre) o lo absurdo de la vida como un proyecto a ser acabado con entusiasmo (Camus), entre otros. Al parecer esto fue lo que aprendió Christopher en su soledad en Alaska, cuando escribió que la felicidad solo vale la pena cuando es compartida. Pero ya era muy tarde: la naturaleza, que tanto buscaba, lo terminó engullendo. Todo lo anterior abre más puertas interpretativas al espectador, como la que resultaría de comparar esta película con la novela “El lobo estepario” de Hesse, la cual narra la escisión interior que se produce entre quien desea la soledad y el que desea la sociabilidad. Quisiera llamar la atención, además, de otros aspectos, sobre el homenaje que aquí se le brinda a los autores y a los libros libertarios (Jack London, León Tolstoi y Henry David Thoreau, entre los más mencionados), así como a las actitudes rebeldes, pero amables, ante una sociedad como la que actualmente tenemos, sofocante, estresada y contaminada. Eso sí, el hecho de que la obra esté basada en hechos reales no significa que pueda decirse de todo. Me explico: suena poco creíble lo bien que le fue al protagonista durante su viaje, durante el camino (no al trágico final), con una que otra excepción. No se encontró con explotadores, acosadores, estafadores, etc. Su viaje fue una acumulación de buenos amigos y momentos entrañables, con un par de excepciones que la cinta apenas menciona o que no le da el peso que habrían permitido al espectador generarle más credibilidad ante lo narrado. Con todo lo anterior, solo me queda decir que la recomiendo, pero invito al espectador que no se quede en una postura pasiva, aprovechando que estamos ante un filme que reta la capacidad interpretativa de quien la ve. 2019-06-14.


No hay comentarios

Leave a Reply