Sobre cómo retratar la tensión entre lo viejo y lo moderno

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Vi “Handia” (“Aundiya”, 2017, España) dirigida por Jon Garaño [1974-] y Aitor Arregi [1977-]. Está escrita por ambos directores, junto con José Mari Goenaga y Andoni de Carlos. Valga señalar que Garaño y Goenaga ya habían trabajado juntos en varios filmes, de los cuales recomiendo “Loreak” (2014). Esta cinta, hecha en euskera, tiene un gran reparto: Joseba Usabiaga, Eneko Sagardoy, Ramón Agirre e Iñigo Aranburu, entre otros. Es un filme, basado en hechos reales, de cómo un inválido de la primera guerra carlista monta un espectáculo para mostrarle a Europa al hombre más alto del mundo, que es justo su hermano menor, quien sufría de gigantismo y fue conocido como el Gigante de Altzo. Todo en el contexto de una España en general (y del País Vasco en especial) que fluctúa entre el pasado y el presente, entre el Antiguo y el Nuevo Régimen. Empiezo señalando que esta obra ha sido todo un éxito, y no solo en el País Vasco. Esto lo atestiguan los 10 premios de 13 nominaciones en los Premios Goya del 2017. Esta cinta tiene el mérito de equilibrar una buena historia, de un lado, y buenas imágenes, del otro. Empezando por esto último, la película es sutil, con muy buen gusto visual y una fotografía admirable (mérito de Javier Aguirre). Pero no cae en el esteticismo, pues está acompañada de una buena historia, con buenos nudos que atan y desatan la trama. Pasando a temas más de contenido, la obra intenta ponerse en el drama rural que implicó el trastocamiento de los valores, pasando de lo tradicional a lo moderno. En este caso, el “monstruo” como era expuesto en las ferias el hermano menor, podría ser una metáfora de los tiempos por venir. Aunque también podría verse que lo monstruoso sería el pasado, representado en la familia, el caserío y el hermano menor, de cara ante lo nuevo, representado por un hermano mayor que si bien era más escéptico ante los valores tradicionales, un viajero que desea otra vida (de allí su ánimo de viajar a Estados Unidos) es quien termina asumiendo la dirección de la familia y la finca. Chocan ambas personalidades, pero al finalizar cada uno se sacrifica por el otro. Además, en esta línea es muy significativo ver los diferentes públicos que asistían al espectáculo, públicos que dan cuenta del momento de tránsito que se estaba viviendo. En este sentido, creo que esta película podría servir, en caso de requerirse pedagógicamente, para exponer el contexto rural del norte español, en la primera mitad del siglo XIX. Sin embargo, creo que el contexto político apenas se explora como escenario del drama familiar. Parecería que el haber sido soldado carlista fue una mera casualidad en el protagonista. Bien pudo haber sido soldado de otro ejército y la trama no habría cambiado mayor cosa. Ese nexo entre fueros, regionalismo y cultura popular quedó por explorar. En fin, es una buena cinta que toca el arte sin abandonar los requerimientos básicos del Gran Público. Nada se desperdicia –y algo se gana– con ir a verla. 2018-11-08.


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