Dos formas diferentes de hacer cine en una misma película

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Vi “Suburbicon” (“Suburbicon: Bienvenidos al paraíso”, EEUU, 2017) dirigida por George Clooney [1961-] a quien le profeso un gran respeto como director/productor, más que como actor. El guion reúne dos duplas con formas de hacer cine bien diferentes, de un lado los hermanos (Ethan y Joel) Coen, y del otro George Clooney y Grant Heslov (quienes ya han trabajado juntos antes en otras obras y son socios de la compañía de cine Smoke House). El reparto es de lujo: Matt Damon (aplausos), Julianne Moore, Óscar Isaac y Glenn Fleshler (aplausos), entre otros. Estamos ante una cinta dramática a la vez que con algunos aires de thriller detectivesco. En un pueblo tranquilo y apacible (Suburbicon) de los Estados Unidos, durante los años 50 del siglo pasado, se presentan dos historias terribles: la segregación racial hacia una familia afroamericana que recién se muda a dicho lugar y el extraño homicidio de una madre. Empiezo señalando que esta cinta está bien dirigida y producida. Se nota la mano de Clooney, un experto en su oficio. Eso sí, no diría que estamos ante una de sus obras cumbre. Incluso, al finalizar, me pareció sentir que este filme se asemeja a las obras intermedias entre obras-maestras, obras que hacen los grandes maestros del arte con el fin de no perder el ritmo de trabajo o no dejarse llevar por la pereza-rutina mientras la inspiración vuelve a aparecer. Pasando a otro tema, un componente para no perder de vista es el guion, con el inconfundible sello de los hermanos Coen, que atrae tanto como la dirección. Empero, unir en un todo coherente y entretenido dos maneras de hacer cine –el cine del asombro narrativo de los Coen y el cine de denuncia o progresista de Clooney/Heslov– es algo complicado. En la película hay un afán de conectar el relato del homicidio (donde se nota la mano de los Coen) con el de la segregación racial (producto de la mente de Clooney/Heslov), pero el resultado es demasiado artificial. El espectador queda con la duda sobre qué aporta cada parte a la otra, y la conclusión es más bien decepcionante. Bien se pudieron haber hecho dos narraciones paralelas diferenciadas en la misma obra. A pesar de esto, sí resalto la maestría de los hermanos Coen entre otras cosas por este aspecto: desde (poco antes de) la mitad de la cinta, el desenlace básico ya está cantado. No hay sobresaltos narrativos, salvo en algunos detalles que mantienen la atención del espectador. Es solo de maestros poder ofrecer un buen producto al espectador a pesar de que este ya conoce, desde muy rápido, la real personalidad de los protagonistas y la llave maestra de la intriga. Igualmente, son de aplaudir las actuaciones, en especial la de Matt Damon, quien se anota un nuevo triunfo en su carrera. Incluso, muchos personajes de reparto logran impactar con sus interpretaciones. Efecto, creo yo, de estar en buenas manos la preparación de sus papeles. Finalizo invitando a reflexionar sobre el trasfondo racista de una sociedad que se considera amable y apacible. Obviamente, es fácil identificar las posturas discriminatorias en el pasado remoto, pues las ideologías han mutado mucho. El reto está en identificar en el presente comportamientos similares de discriminación, incluso entre aquellos que se autoproclaman como progresistas. En este sentido, la película que ahora reseño no pierde su contenido de denuncia si el espectador cuestiona su cotidianidad. En conclusión, la recomiendo, en tanto es una cinta entretenida, bien producida y con un guion interesante. 2018-09-25.


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