Sobre cómo retratar el encierro (¿hay otra manera?)

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Vi “Nadie quiere la noche” (España, 2015), dirigida por la prolífica y comprometida Isabel Coixet [1960- ] y escrita por Miguel Barros. El reparto es de lujo: Juliette Binoche, Rinko Kikuchi y Gabriel Byrne, entre otros. La cinta se ubica en el Polo Norte, 1908. Josephine Peary (Juliette Binoche) inicia una expedición para unirse con su esposo, el aclamado explorador Robert Peary. Mientras lo espera en un refugio, se encuentra con Allaka (Rinko Kikuchi), indígena esquimal, quien igualmente espera a Robert. Juntas deben sobrevivir al invierno (la larga noche polar). Ahora bien, empiezo con los aspectos formales. La cinta es, en varios aspectos, más que correcta: para dar solo dos casos, la fotografía (con sus retoques digitales) y las actuaciones protagónicas, son muy buenas. Pero algo falla, y está en el manejo dramático de la segunda parte. Me explico: La obra está dividida en dos partes, la primera es cuando Josephine inicia la búsqueda de su esposo, donde la película se desenvuelve muy bien, y la segunda la larga espera en un refugio, donde empieza a flaquear: la tensión dramática casi que desaparece (salvo algunas escenas íntimas entre ambas mujeres), la narración se vuelve monótona y el espectador se impacienta. La mayor parte de las duras críticas que el filme ha recibido se centran en llamar la atención de lo tediosa que fue la segunda parte. No obstante, fue una apuesta de la directora para generar credibilidad de lo que estaba pasando: no había otra manera de narrar el encierro en medio de un clima completamente adverso (¿o sí?). Pasando a otro aspecto, la película provoca al espectador en dos aspectos, por lo menos. El primero tiene que ver con la interculturalidad: el encuentro de dos mundos: el blanco de alto nivel socio-cultural de principios del siglo XX –que no era el más tolerante que digamos- y el esquimal acondicionado perfectamente para vivir “su mundo”, pero no el que el que se le vendría encima con las exploraciones. El segundo tiene que ver con el empoderamiento femenino en una época donde solo los exploradores masculinos eran los protagonistas épicos. Finalmente, los personajes (y el contexto de la “conquista del Polo Norte”) sí existieron, pero lo que aquí se narra en concreto es más fruto de la ficción del guionista. En conclusión, es una buena película, bien hecha, provocadora, pero algo tediosa en la segunda parte. El balante final, a mi modo de ver, es positivo, pero claramente no es un cine para el público general, deseoso más de entretenimiento que cualquier otra cosa. 2018-02-01.


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