Le Monde Diplomatique, No. 155 (versión Colombia), mayo de 2016


Como siempre, es una satisfacción leer un periódico que forma a la vez que informa, al lector. En este caso, un número que tiene varios artículos articulados en una reflexión sobre el trabajo. Empecemos.

El artículo “En el mundo del trabajo: a barajar y repartir de nuevo”, de Héctor-León Moncayo, se plantean las serias dificultades de los derechos labores y la necesidad de reinventar el sindicalismo para la reivindicación de dichos derechos, especialmente en el contexto colombiano. Allí puede leerse: “Es así como diseñamos nuestras reivindicaciones (salariales estrictamente) e identificamos el ‘enemigo’, que es el patrón. Y en ambos casos ya ni siquiera es aplicable. En el mundo de hoy se está tratando de encontrar pistas en dos sentidos. Por una parte, en la consideración de que la reproducción de la fuerza de trabajo es hoy más compleja que lo salarial e incluye aspectos de lo que llamamos necesidades básicas y modalidades de consumo. Y, por otra parte, en la idea de que los procesos organizativos, justamente por lo anterior, deben anclarse más bien en lo territorial, asimilando la realidad de la ciudad (los indignados), e incluso del territorio rural (contra el despojo). ¿Y el enemigo? La realidad del poder en su conjunto, en su forma corporativa o directamente política (el Estado)” (p. 3). Y, “El sindicalismo para volver a ser, debe dejar de ser” (p. 3).

El texto “Trabajo decente: ¿víctima de la austeridad o clave de la recuperación?”, escrito por Sergio Chaparro Hernández, señala el mal estado en que se encuentra Colombia en lo que atañe a los derechos laborales. Lo paradójico, señala el autor, es que las crisis económicas se intentan resolver atentando contra el trabajo digno, cuando realmente este último es el que evitaría las crisis. Aquí podemos leer estos apartados: “La austeridad está convertida en el marco de justificación de medidas que descargan el peso de la crisis en los trabajadores y permiten la entrada del capital privado a sectores a los que no había podido llegar, desmontando regulaciones protectoras y favoreciendo la concentración de la riqueza, con lo cual se agravan los desequilibrios existentes, arrinconando a los sujetos políticos que podrían resistirlos” (p. 5). “Existe una estrecha conexión entre mayores tasas de sindicalización y menores índices de desigualdad” (p. 5). “La garantía del trabajo decente, como ha insistido la OIT, puede ser, por sus efectos multiplicadores, el camino más efectivo para enfrentar contextos económicos adversos” (p. 6). 

En “Inequidad de género en el mercado laboral colombiano”, de Susana Martínez-Restrepo, vemos los logros de las mujeres en el mercado laboral, logros que, de todas maneras, son insuficientes para vencer de una vez por todas la inequidad de género. Proponer la autora una “economía del cuidado”, como una manera de superar dicha inequidad. Leemos en este escrito: “A pesar de que los roles entre hombres y mujeres han cambiado en Colombia, producto de los inocultables avances logrados por éstas en el curso de las últimas décadas en campos como la educación, las inequidades entre ambos géneros continúan en el mercado laboral.
Tres brechas permiten comprenderlo: las brechas en la tasa de ocupación, la que pervive en los ingresos y, la existente en el uso del tiempo” (p. 6). “El gran cambio en el uso del tiempo entre hombres y mujeres se dará solamente cuando se consigan cambios profundos en las definiciones culturales de masculinidad y cultura patriarcal” (p. 8). “Así mismo, las mujeres con remuneración invierten más en la educación y en la salud de sus hijos lo que puede ayudar a reducir la reproducción de la pobreza intergeneracional” (p. 8).

En el escrito “Las encrucijadas del emprendimiento”, realizado por Camilo Guevara, encontramos un interesante análisis crítico de la subjetividad neoliberal del emprendedor, con sus ventajas y desventajas. Esta nueva subjetividad (la del emprendedor) favorece la acumulación de capital (en tanto disminuye los derechos laborales adquiridos) y termina por culpar al individuo por las desgracias del sistema. Veamos: “cerca del 70 por ciento de los emprendimientos fracasa, lo que plantea grandes preguntas y desafíos sobre el devenir del emprendimiento y su impacto” (p. 9). “las experiencias del fracaso remiten a graves consecuencias no solo “materiales” (que trae entre otras el endeudamiento), como la precariedad y vulnerabilidad, ya de por si extremadamente degradantes en la condición humana sino que también a medida que va penetrando el discurso, ese fracaso se experimenta cada vez más fuerte en términos “emocionales y psicológicos”, como el vacío del “sentido de la vida” de “ser alguien”” (p. 9). “el discurso se “lava las manos” al enfatizar en que el éxito es más de capacidades personales, individuales, y que hay que caerse y levantarse las veces que sea necesario” (p. 10).

El artículo “Niños, ¡a trabajar!”, de Robin Cavagnound, menciona la contradicción de algunos gobiernos latinoamericanos de izquierda, especialmente el Boliviano, al permitir el trabajo de los niños. Podemos leer en este escrito: “De un gobierno que reivindica su misión “revolucionaria”, ¿no habríamos esperado más bien que se estimulara a los jóvenes a seguir formaciones políticas que combatan la pobreza de raíz, en lugar de llevarlos a creer que podrían mantenerla a raya renunciado a su infancia? (p 11).

Con el texto “Río de Janeiro: una ciudad en disputa”, de Luciana Rabinovich, comprendemos las dimensiones del proyecto inmobiliario de Rio de Janeiro (Brasil). Deja en claro que las reformas urbanas siempre tienen efectos sociales importantes, y si son pensadas solo desde una dimensión del capital, terminan por afectar los legítimos intereses de los residentes autóctonos quienes se ven excluidos de sus propios barrios, para favorecer el “desarrollo urbano”. En este texto se puede leer: ““Es necesario que haya una distribución más equitativa de las reformas urbanas: acceso a cultura, educación, ocio, movilidad y trabajo” (tomado de Pedro da Luz). En este sentido, Brasil tiene uno de los Estatutos más avanzados del mundo –El Estatuto de la Ciudad-, que posee instrumentos para balancear desigualdades (penalización de inmuebles vacíos, impuestos progresivos, que evitan el “engorde de la tierra”, etc.), pero que, según Da Luz, no es aplicado por la Prefectura de Río” (p. 13). “Lo que está en juego, hoy, es precisamente un modelo de ciudad (y de sociedad)” (p. 13).

En “Las guerras de los otros”, obra de Benoît Bréville, se analiza la cercanía discursiva entre tres políticos estadounidenses: Cruz, Trump y Obama, quienes coinciden en una visión menos guerrerista (sin ser pacifista) en lo que atañe a la política exterior de EEUU. Explora, además, las dos caras del nacionalismo de dicho país: el aislacionismo y el intervencionismo. Veamos: “Este posicionamiento no tiene gran cosa que ver con el aislacionismo: Estados Unidos conserva decenas de bases militares en el planeta, el ejército más grande del mundo, servicios de informaciones tentaculares; bombardearon siete países (Irak, Siria, Afganistán, Libia, Yemen, Pakistán y Somalia) en otros tantos años; siguen interviniendo en los asuntos de los otros Estados y maniobrando para desestabilizar algunos gobiernos, sobre todo en América Latina” (p. 15). “Obama no está contra la guerra, sino contra las “guerras imbéciles”, aquellas que no sirven a los intereses norteamericanos, que acarrean una relación costo-beneficio negativo” (p. 15). “Como lo mostró el historiador británico Perry Anderson, el intervencionismo y el aislacionismo constituyen dos caras de un mismo nacionalismo. Uno legitima la dominación de Norteamérica valorizando su universalismo (el cual justifica el activismo mesiánico de Washington, que guiaría al planeta en el buen camino); el otro, su excepcionalismo (que alienta a preservar la índole única de una sociedad aparte en el mundo)” (p. 16). ““[N]o es tener paz [en Medio Oriente], sino hasta qué punto Estados Unidos está implicado en la ausencia de paz”, resumió cínicamente Jeremy Shapiro, investigador en la Brookings Institution y consejero en el Departamento de Estado. Pero no es posible hacer tabla rasa de la historia: aunque no mantengan más soldados en la región, Estados Unidos seguirá siendo deudor del caos que engendró” (p. 16).

El artículo “América Central abandona a Taipéi”, de Guillaume Beaulande, expone el progresivo alejamiento de América Latina, especialmente la central, de Taiwan, para así mejorar sus relaciones con China. Inicialmente, los países latinoamericanos anticomunistas, abrieron relaciones diplomáticas con Taiwan para así tomar distancia del comunismo chino, en este caso. Sin embargo, esta apuesta es cada vez más costosa, dado el mayor interés de China en la región. Podemos leer aquí: “Durante mucho tiempo, los gobiernos anticomunistas de América Central fueron aliados fundamentales de Taiwan. Pero la evolución política de China y el fortalecimiento de sus vínculos comerciales con la región modificaron esta situación en perjuicio de Taipéi” (p. 17).

Pasamos a “Crisis interminable en Macedonia”, escrito por Jean-Arnault Dérens y Laurent Geslin. Aquí se explica que Macedonia es un ejemplo de los nuevos países fallidos de la Europa oriental. En dicho país, los jóvenes emigran masivamente y los políticos se hunden cada vez más en el pantano de su propia corrupción, con el beneplácito de la Unión. Veamos: “En vísperas de las elecciones legislativas del 5 de junio, el gobierno nacionalista ultraliberal juega una vez más la carta de la “lucha contra el terrorismo” para desviar la atención de los problemas de fondo. Pero el escenario es tan crítico que ha iniciado una serie de manifestaciones que trascienden las barreras comunitarias y confesionales” (p. 18).

El texto “Escurrirse por el Canal de Panamá”, hecho por Tomás Lukin, indica cómo Panamá, con ocasión del escándalo denominado “Panama papers” es solo un eslabón en la cada vez más compleja cadena de evasión fiscal y de lavado de activos. Allí puede leerse: “Panamá es un eslabón más en ese negocio global que ofrece, según estimaciones conservadoras, “refugio” a más de 9 billones de dólares (millones de millones)” (p. 21). “Pero Panamá no dejará de funcionar como paraíso financiero” (p. 21).

Ahora se presenta ante nosotros uno de los trabajos más interesantes de este número del Periódico: “La eterna postergación de la tasa Tobin”, Frédéric Lemaire. Aquí se explica la propuesta del economista Tobin, sobre un impuesto a las transacciones bancarias, financieras o cambiarias, especialmente las internacionales, para evitar el excesivo poder del capital y disminuir los riesgos de los capitales golondrinas. Expone, además, cómo esta tasa, tan aplaudida, terminó siendo pervertida por los políticos europeos: “Tobin lanzó por primera vez su idea de gravar las operaciones cambiarias en 1972. El objetivo: penalizar la especulación en el mercado cambiario, facilitada por el nuevo contexto internacional” (p. 22). “El principio de la tasa de Tobin es simple: aplicada a cada operación, incluso con alícuota muy baja, aumentaría significativamente el costo de las ideas y vueltas permanentes que caracterizan los flujos especulativos a corto plazo. Para las inversiones a largo plazo, puntuales, la tasa sería prácticamente imperceptible” (p. 22).

El artículo “El nuevo recaudador cotiza en Bolsa”, de Christian de Brie, excelente por demás, señala las múltiples formas de evasión fiscal. Una de ellas es la deducción de impuestos por obras humanitarias o artísticas por parte de multinacionales, que genera un vacío en las finanzas públicas que deben llenar las clases medias, a la vez que le sirve de propaganda a dichas empresas. El Estado cede así sus funciones y parte de sus ingresos al capital. Veamos: “Una vez más el Estado, es decir el contribuyente financia lo esencial del presupuesto de la fundación sin ningún derecho de controlar su política” (p. 24).

En “Esperanzas y simulacros de cambio en Irán”, de Shervin Ahmadi y Philippe Descamps, se explora la realidad política iraní, donde hay que escoger entre lo malo y lo peor: “A despecho de una retórica social y de una ideología islamista, Irán se inscribe en la marcha del mundo y en los tormentos de la modernidad, tal vez con gusto pronunciado por disimulo” (p. 27).

El escrito “Es hora de ir por todo”, de Pierre Rimbert, se pregunta si la izquierda hoy día debe estar a la defensiva o a la ofensiva. La apuesta del autor es que la izquierda actual debe ir por el todo: todo o nada: “muchas organizaciones de militantes se resignaron a no pretender lo imposible, sino a solicitar lo aceptable” (p. 29). “Que la izquierda sólo evolucione en formación defensiva resulta una excepción histórica” (p. 29). “La moderación perdió sus virtudes estratégicas. Ser razonable, racional, es ser radical” (p. 29).

Con el “El iceberg portugués”, de Jorge Arguello, comprendemos el sui generis caso portugués, que es un buen ejemplo de equilibrio entre economía y política al interior de Europa, pues tiene un gobierno que ha sabido direccionar la crisis económica europea, sin hacer sentir a su pueblo que se arrodilla ante Alemania. Aquí se puede leer: “Esta erosión del tradicional bipartidismo europeo no es uniforme. A la izquierda se observan dos tendencias: situaciones en las que la fuerza socialista dominante tiende a volver al espacio ideológico del que se había alejado a partir del giro al centro ocurrido después de Maastricht, como ocurrió en Portugal con Antonio Costa y en el Reino Unido con Jeremy Corbyn; y casos en los que ese espacio fue ocupado por nuevos partidos políticos, no solo de protesta, sino con reales posibilidades de gobernar, como Syriza y Podemos.// A la derecha, tradicionalmente más cómoda con la rigidez presupuestaría, lo que se ve es un peligroso resurgimiento de partidos nacionalistas, xenófobos y euroescépticos que, hasta hace poco, carecía de relevancia electoral” (p. 31). “Es la respuesta del electorado a la ideología prevaleciente hoy en Bruselas que, al priorizar las finanzas sobre la política, ha agravado los desequilibrios entre los Estados y ha marginado a amplias capas de la población, en particular a los jóvenes” (p. 31).

El escrito “El Sahara argelino, Eldorado del tomate”, de Pierre Daum, expone las consecuencias negativas para la ecología y la cultura, del milagro económico que supuso el cultivo de cierta variedad de tomate en el desierto. Veamos lo que dice este escrito: “En el sudeste de las altas mesetas argelinas, tiene lugar un impactante desarrollo del cultivo del tomate en invernaderos. Esta producción obedece a una lógica de ganancia a corto plazo y permite alimentar los mercados de un país largamente azotado por las penurias. Pero pone en riesgo los palmares y recursos acuíferos fósiles, y plantea grandes problemas de salud pública, a causa del uso intensivo de pesticidas” (p. 32).

Pasamos al “Estrangulamiento de la democracia en Zanzíbar”, de Maïlys Chauvin, que expone la crítica situación política de este archipiélago, territorio autónomo de Tanzania: “Hoy en día el régimen es abiertamente calificado de “dictadura” por los habitantes de los dos territorios. Una tal liberación de la palabra era inimaginable hace algunos años” (p. 35).

Un interesante escrito, desde la óptica filosófica, es “¿Dónde va la cólera?”, de Georges Didi-Huberman, sobre el trasfondo violento de toda revolución, incluso de las que hoy nos vanagloriamos. Igualmente, establece una muy convincente relación entre fiesta y revolución. Podemos ver: “Ahora bien, la fiesta es intrínsecamente potencia. Incluso es por eso que tiene a Dionisio como divinidad tutelar. Ella transforma la cólera en poder expansivo, incluso en poder de alegría” (p. 37). “[L]a fiesta no tarde nunca en subvertir los signos del poder, esperando subvertir el poder mismo” (p. 37). “Esto significa, en todo caso, que tenemos que prevenirnos de que las palabras “levantamiento”, “insurrección” o “revuelta” pueden de ninguna manera dar la clave -como palabras mágicas- para todo lo que se refiere a deseos de emancipación y, en general, a la constitución del campo político” (p. 37).
El artículo “Trabajo, sociedad del tiempo libre y formas de vida”, de Damián Pachón Soto, muestra el problema del tiempo libre en una sociedad disciplinada para el trabajo. Esto es, que estamos acondicionados para no tener tiempo libre, y justo el tiempo libre parece una solución viable ante la crisis contemporánea, en especial por la sobrepoblación: “pensar en una sociedad del tiempo libre, posible por la misma tecnología y por algunas otras medidas económicas, conlleva imaginar también la manera como viviremos en una sociedad que supera el trabajo inmaterial, automatizado e informatizado”. ¿Cómo viviremos, entonces, en una sociedad de gran ocio? (p. 39). “Si el hombre y la mujer ya no tienen la existencia disciplinada por las instituciones, podrán dar rienda suelta a sus proyectos, a sus deseos, y la gratificación vital y el desarrollo personal serán el punto de partida de un nuevo orden social no represivo. El desarrollo de la persona se convertirá en el fin de la sociedad, del Estado, de la política y de la economía” (p. 39).

Finaliza este número del Periódico, con “El rechazo al libre cambio”, de Serge Halimi, que elogia las reacciones culturales de toda índole en contra de librecambio: “la convergencia de las luchas existe y ya cosechó sus primeros éxitos” (p. 40).

Una vez más, la satisfacción de leer un periódico que forma-informa en vez de los que deforman-desinforman, es tremenda. Esto es una muestra de cómo el periodismo independiente ha asumido de la mejor manera el deber general de la prensa, el mismo que es vendido por muchos, en la actualidad, al mejor postor.

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