Sobre cómo la pérdida del ritmo impide que el drama aflore

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Vi “L'odeur de la mandarine” (“El olor de la mandarina”, Francia, 2015), dirigida y escrita por Gilles Legrand [1958-], siendo este su cuarto largometraje como director y el primero que le veo. El reparto es interesante: el experimentadísimo Olivier Gourmet,  la reconocida actriz de teatro Georgia Scalliet (esta es su primera película),  Dimitri Storoge y  Hélène Vincent, entre los más importantes. La trama es sencilla: un oficial de caballería (Charles), inválido (perdió una pierna) por la Gran Guerra (1914-1918), contrata a una enfermera (Angèle) para que le ayude en su recuperación. La convivencia termina en un matrimonio por conveniencia con un desenlace romántico. Ahora bien, hay varias cosas que resaltar de la cinta. En primer lugar, la recreación de la época y del vestuario, que le merecieron, entre otras cosas, una nominación a los Premios César (2015). En segundo lugar, la edición y los efectos visuales, en especial a lo que concierne a la pierna amputada. En tercer lugar, la fotografía, apropiada para los exteriores que se filman. Lo que no estuvo a la altura fue el guion mismo. El inicio va muy rápido y apenas se enuncia el quid dramático de cómo la convivencia desató el amor de Charles. En los primeros 20 minutos, todo pasa todo tan rápido que el espectador extraña que no se le haya dicho cómo Charles cambió gracias a los cuidados de Angèle. El director le apostó a mostrar más los vaivenes del matrimonio, manteniendo la tensión algunos minutos, para perderse, nuevamente, al final. Dicho con otras palabras, no hubo un equilibrio en el ritmo propio de un drama romántico. Otro aspecto, es que se dejan muchas ideas sueltas, que pudieron haberse explotados como dramas paralelos. Pienso, por ejemplo, en lo que pasaba entre el par de hermanos que se desempeñaban como ama de llaves y capataz, respectivamente. Lo que sí me pareció atractivo es que da rienda suelta al análisis, fruto de indagar, por dar dos casos, qué simboliza el venado que tanto aparece o por qué Angèle debe “enfrentarse” al soldado desertor de Léonard para poder hacer las paces con Charles. Dejo estas inquietudes para quien vea la cinta. En consecuencia, es una obra que no es románticamente propiamente. Es más un drama que no quedó bien construido como tragedia, en sentido estricto. De todas maneras, no hay pérdida de tiempo, digo yo, al verla. 2017-11-07.



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