Sobre cómo el juicio se hace cine

www.filmaffinity.com
Vi “The Whole Truth” (“Toda la verdad” o “El abogado del mal”, 2016), dirigida por Courtney Hunt [1964-], con una corta carrera en el cine (esta es su tercera cinta), carrera que inició muy bien con Frozen River (2008). Está escrita por Nicholas Kazan. El reparto es de lujo, empezando por Keanu Reeves y Renée Zellweger, entre otros. Se trata de una película entre el thriller policiaco y el drama judicial (es claramente una película de estrado que tanto gusta a los estadounidenses). La trama es sencilla: el abogado Ramsey (Keanu Reeves) defiende a un adolescente culpado de asesinar a su padre, con todas las pruebas en su contra. Empecemos su análisis. Desde lo formal, la película es poco menos que correcta… eso sí, imperdonable los errores de cambio de escena en muchas de las conversaciones con cámara cruzada (por ejemplo, una cámara filma a una persona y en la escena siguiente, durante la misma conversación, se cambia de cámara pero se ven notables diferencias en la pose del actor). Y no digo más de los temas de edición. No hubo mayor empeño en sacar una buena obra. En lo que atañe al contenido, estamos ante un drama convencional, que intenta seguir el protocolo para este tipo de tramas, pero el resultado no es nada alentador. Es predecible (por lo que no hay suspenso) salvo unos 15 minutos, casi finalizando la cinta, que parecía que todo iba a resultar diferente a como el espectador ya había imaginado (me refiero desde el momento en que el adolescente decide declarar hasta  cuando entrega un dibujo que hizo durante el juicio a su abogado) pero todo volvió a su predecible desenlace. Estamos, pues, ante una obra de poco valor para el género, que cae fácilmente en el olvido. Sin embargo, gracias a esta cinta, quisiera entrar en dos aspectos. El primero es que es una cita de abogados y del proceso judicial, que nunca cae mal para un cine-foro de derecho. Por ejemplo, genial pensar la siguiente idea del abogado Ramsey: En algún momento todos los abogados defensores tienen que escoger entre su propia necesidad de saber la verdad y los mejores intereses para su cliente. Además, es importante resaltar en este punto que la mayoría de los filmes judiciales estadounidenses no se refieren a la justicia federal, como muchos creerían, sino a la estatal, en este caso, la de Luisiana. No obstante, si se mira desde el lente jurídico, es difícil de creer el veredicto del jurado. El segundo aspecto, tiene que ver con la fascinación de los estadounidenses ante su sistema judicial y el desempeño de los abogados. A diferencia de otros países, el estadounidense siente temor, a la vez que fascinación, por su sistema judicial, lo que ha sabido muy bien explotar la TV y el cine, aumentando esa sensación de miedo y maravilla. Es un círculo donde lo uno alimenta lo otro, y viceversa. Mucho se ha escrito sobre este fenómeno. Yo no tengo una explicación clara, pero creo que dicho temor-fascinación se debe especialmente a dos aspectos: uno, que el estadounidense se siente mucho más atado a su derecho que el latinoamericano, pues al tener un importante componente historicista y comunitarista, lo ve como algo más propio y más cercano si se compara con la cultura del sistema codificado continental. Dos, que el dramaturgo entendió rápidamente que el juicio es una puesta en escena donde se desenvuelve dramas humanos reales. De esta manera, el proceso mismo es un drama… basta saberse conectar con él para presentar al público una buena obra de arte. Pero este no es el caso, como ya lo dije. En fin, esta película puede ser útil para un ciclo de cine-foro jurídico, especialmente para señalar lo que no sucede ni debe suceder en un juicio real. En lo demás, no es significativa la cinta. 2017-11-08.


No hay comentarios

Leave a Reply