¿Una nueva versión de Edipo Rey?

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Vi “Incendies” (Canadá, 2010) dirigida por el espléndido Denis Villeneuve y coescrita por él junto con Valérie Beaugrand-Champagne, basada en una obra de Wajdi Mouawad. El reparto es modesto, en cuanto su relieve en el mundo del cine, pero hacen muy pero muy bien su trabajo. Trata de una madre que una vez muerta, en su testamento, les pide a sus dos hijos gemelos, Jeanne y Simon Marwan, que busquen a su padre y a su hermano, que quedaron perdidos en la guerra civil del Líbano. Pues bien, esta es de las mejores películas, a mi modo de ver, de Villeneuve, por dos motivos fundamentales: i) la narración es muy sólida e inteligente, logrando atrapar al espectador a pesar de su metraje (poco más de dos horas); ii) cómo va pasando de un relato familiar a uno bélico y político, para luego terminar en un drama mistérico, casi policíaco, donde todo empieza a articularse para dar con una tragedia como la edípica. Incluso, no pude dejar de comparar el filme con Edipo Rey, la mejor obra policíaca de todos los tiempos (al sentir de Gabriel García Márquez) pues todo va sumando para descubrir el quid dramático, en este caso, quién es el padre y quién es el hermano buscados. Eso sí, al finalizar, cuando todo encaja para resolver el misterio, es tan fuerte y sorpresiva la solución, como inverosímil. Tantas coincidencias para que se descubriese tan temible verdad, la hacen pasar por poco creíble. Pero aun así sobrevive la película por la buena narración (que da cuenta de un guion que supo mantener una atmósfera tensionante), una buena dirección de fotografía que supo acompañar el relato y una gran música que permitió mantener en vilo al espectador. Ahora bien, la cinta permite reflexionar varios aspectos, menciono dos a manera de ejemplo: i) los niños en la guerra; ii) el perdón de las víctimas. En este caso, el perdón se impone por las circunstancias en las que se resuelve el misterio (donde víctima y victimario se confunden en una misma persona). Pero las escenas iniciales, del dolor de unos niños arrebatados de su infancia y de sus juegos, para incluirlos en una guerra tan ajena como sin-sentido, atormenta el alma de quien las ve. Y la música escogida en esos primeros impresionantes minutos no pudo ser mejor, para dejar apesadumbrado al espectador. Maravillosa cinta, pues, que entretiene a la vez que convida al pensamiento. 12-11-2016.


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