Sobre cómo vivir bajo dictadura simulando ser feliz (tributo de Radford a Orwell, "1984", RU)

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Vi, de nuevo, “1984” (Reino Unido, 1984), dirigida por el experimentado Michael Radford (esta fue su segunda película, dejando en claro que le vendría una brillante carrera). Esta película se realizó el mismo año del título del gran libro de George Orwell, “1984”. Así el cine le rindió homenaje a este gran autor del género de la distopía. Ahora bien, el filme, digámoslo así, paso sin pena ni gloria, cosa que explico por varios motivos: i) Es muy difícil lograr ser competitivo con una novela tan brillante y tan audaz como la de Orwell, de manera tal que lo más probable es que quien se haya leído la obra (¡y hay que leerla!) se sienta algo decepcionado ante la película; ii) La cinta, por más que lo intentó, tiene que dejar pasar muchos datos, mucha información política pero necesaria para el quid dramático que sí está en la novela, por lo que quien no se haya leído la obra estará en ascuas en muchos aspectos del filme; iii) Los escenarios imaginados por Orwell son casi que imposibles de imitar en formato cine, por lo cual el director, quien quería ser lo más fiel posible, se vio a gatas para generar las sensaciones de pesadumbre que se sienten con las letras. Entonces, tanto quien leyó la novela como quien no lo haya hecho, fácilmente se sentirán decepcionados ante la cinta. Sin embargo, las actuaciones, la fotografía y la banda sonora son muy buenas. Dicho con otras palabras, en cuanto el contenido, muchísimo mejor la novela; pero desde lo estético, la película no se queda atrás de Orwell. Tal vez el filme habría dado más de que hablar si el director se hubiese tomado varias licencias ante la novela, planteando así un producto diferenciado. Ahora bien, a pesar de lo dicho, la cinta puede servir para un excelente cine-foro pues toca de manera importante diversos temas: i) se basa en una de las piezas esenciales de la distopía justo cuando se cimentaba con fuerza luego de la Segunda Guerra Mundial (junto a “Fahrenheit 451” de R. Bradbury y “Un mundo feliz” de A. Huxley); ii) da excelentes puntadas para meditar cómo, ante el superpoblamiento y otros problemas contemporáneos, avanzamos a dictaduras televisadas; iii) permite una crítica contundente a los gobiernos mesiánicos y al manejo de los medios de comunicación (donde la mentira es verdad, la guerra es paz, el odio es amor); y iv) dilucida la naturaleza humana, la cual se nos deja ver con claridad justo cuando es puesta en entredicho. Yo disfruté volver a ver este filme, en especial porque me recordó la lectura que hice hace muchos años de la obra de Orwell que, debo decirlo, me marcó significativamente. Entonces, la cinta permite otro objetivo: no olvidar. La recomiendo con los matices ya hechos. 14-11-2015.




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